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Darío Domínguez se convertirá este domingo en nuevo matador de toros vallisoletano. La cita, en Íscar -su tierra natal- con un cartel de lujo junto a Emilio de Justo y el sevillano Pablo Aguado, que darán cuenta de un encierro de Garzón de Valdenebro. La llamada de Tribuna le pilla entrenado. Ha sido un duro invierno de preparación para un "sueño" que ha perseguido desde niño.
La historia de Darío Domínguez se remonta a sus primeros años de vida. Siempre con un capote en la mano, o con su pequeño vestido de torear. De la mano de su padre viajó a ver al toro bravo al campo y se aficionó a las corridas de toros. Aunque no fue hasta que finalizó los estudios de ADE cuando comenzó a tomarse en serio esta profesión. "Mis padres me animaron a estudiar y cuando acabé la carrera decidí que quería ser torero".
Mató su primer becerro en 2014 en un festival en Baltanás (Palencia) y fue en Íscar, un año después, cuando debutó sin caballos. En 2016 estoqueó el primer novillo con los del castoreño en la localidad navarra de Lodosa y desde entonces ha participado en 26 novilladas con caballos, dos en esta última temporada de preparación para el doctorado. "No ha sido fácil, hay muy pocas novilladas y los novilleros lo tenemos realmente complicado", dice Domínguez, quien en 2019 colgó el vestido de torear para iniciar un "tiempo de reflexión", que ahora desemboca en una alternativa "soñada".
Quiere disfrutar de este día que ha esperado toda su vida. "Supongo que cuando arranque el paseíllo me acordaré de mis inicios, de lo duro que ha sido esta carrera y de que al final lo he conseguido", añade. Por el momento, última preparativos y acude al sastre a rematar el vestido de luces con el que se hará torero. "Prefiero no desvelar el color, es sorpresa". Como también lo es a quién brindará el primer toro de su carrera.
Convertirse en matador de toros en su pueblo natal es un "privilegio". "La feria está muy rematada y hay mucho ambiente con la alternativa, esperemos que sea un día inolvidable". Se confiesa un "torero con un concepto clásico, castellano", con espejos cercanos como el matador de toros cuellarano Javier Herrero o el vallisoletano Leandro.
Tiene claro que la alternativa es un "paso más" y quiere seguir toreando "muchos años". "Sé que está muy difícil y me daría mucha pena no seguir". Junto a Joselillo es de los pocos toreros vallisoletanos en activo y espera que algún día se abran las puertas de la plaza de toros de Valladolid, donde ya se presentó como novillero en 2018. Por el momento en su cabeza solo hay una cita y un objetivo: Domingo 6 de agosto, plaza de toros de Íscar. Allí se doctorará en el mágico mundo de la tauromaquia.
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