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La suerte es un arte

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La suerte es un arte
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
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Por motivos de salud, Alisa Wallerstein tuvo que cancelar su participación en el Abono 7 de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León y en su lugar apareció el genial violonchelista Daniel Müller-Scott que para decirlo rápido nos ofreció un Concierto para violonchelo de Robert Schumann sencillamente delicioso. Veni, vidi, vici.

Con los primeros compases, estábamos seguros de que íbamos a ser testigos de uno de esos conciertos llamados a perdurar en la memoria para siempre. Daniel Müller-Schott toca un violonchelo 'Ex Shapiro' de Matteo Goffriller, de 1727 que mirándole uno tenía la sensación de que tenía vida propia.  El Concierto para Violonchelo de Schumann cobraba vida en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del CCMD como un todo coherente y unitario, como un 'continuum' significante, transfigurado y melancólico.

Sin un solo aspamiento, Daniel Müller-Scott, el público cayó rendido ante su maestría. Tocaba como un dios genial y reivindicaba a sus maestros: Walter Nothas, Heinrich Schiff y Steve Isserlis. La tarde en que tocó el olimpo este violonchelista daba la casualidad que la Sala Sinfónica estaba "hasta la bandera" y pareció, si se me permite la expresión que transcendió de lo material y penetró en el pensamiento puro.

Su concierto resultó una experiencia emocional verdadera. Una trasmisión de conocimiento lleno de humanidad e inteligencia. En el descanso del concierto todo eran para bienes y sobre todo como en escasas horas los responsables fueron capaces de traernos por casualidad a este violonchelista que ha dejado el listón por las nubes.

Y llegó la Sinfonía nº 5 de Ludwig Van Beethoven y pudimos descubrir el poder que tiene la música para elevarnos y salir de nosotros mismos y al mismo tiempo sobrecogernos y emocionarnos.

Porque esta tarde la OSCyL, dirigida por su director titular, Thierry Fischer nos está ofreciendo una música de alta calidad. Y también felicidad, mucha felicidad. El júbilo y la fraternidad que lleva implícita la música de Beethoven es de una hondura que te deja extasiado sin tener que pasar por el anestesista.

La música, dejó escrito Gabriel Marcel, es, en cierta medida, la patria del alma. Tiene esta sinfonía una humanidad que resulta imposible absorberla por completo. Que ennoblece y consuela nuestra vida, esta tarde lo estamos comprobando.

Esta  orquesta posee cada día más solidez y está en buena forma, se nota. Que Thierry Fischer con su batuta firme, analítica y conocedora de un gran repertorio y sin necesidad de aspamientos innecesarios, la está colocando en el furgón de cabeza de las orquestas sinfónicas de España, es evidente.