Los siete pasos de la procesión de la Soledad pudieron desfilar por las calles riosecanas en una procesión única
Custodiar y guardar el paso desde la fe y el corazón
La figura del muñidor en la Semana Santa de Medina de Rioseco es básica para mantener la unión de las hermandades, esencia del cuidado de lo tangible e intangible
"Realizo tareas muy humildes, pero que son las que más me llenan. Además de limpiar el paso y la capilla, la abrimos cuando es necesario. Pero ser muñidor es mucho más. Es estar al servicio de la hermandad durante todo el año, no solo en Semana Santa. Algunas son muy tristes, porque son para despedir a un hermano o hermana, y lo hago como muestra de sacrificio y así seguiré mientras pueda". Daniel Barrios, nacido en 1982, tomó hace tres años el relevo de su padre Félix, fallecido tras una enfermedad, como muñidor del Descendimiento de la Cruz, paso conocido como La Escalera, en Medina de Rioseco. De él lo aprendió todo. Y ahora tiene este empeño que le llena día a día y que le reconoce la hermandad. "Es un orgullo y un honor poder servir en esta función", apunta.
Junto a Ricardo Mateo, el muñidor de La Crucifixión, el Longinos, forman un equipo del que Rioseco puede presumir. Ambos abren el portón cada Viernes Santo, minutos antes de las ocho de la tarde, para dar comienzo a la portentosa Procesión de la Soledad, con el sonido del Pardal y al golpe del 'oído'. "El trabajo es siempre ir de vez en cuando a la capilla, por si ha pasado algo; poner las esquelas de un hermano y la misa, estar siempre en contacto con el presidente y el secretario, aunque la limpieza y la conservación es lo más habitual", acompaña Mateo a Ical.
Daniel Barrios siempre acompañó a su padre en estas labores. La figura del muñidor en la Semana Santa de Medina de Rioseco es básica para mantener la unión de las hermandades, esencia del cuidado de lo tangible e intangible. Entre lo primero, mantener limpias las tallas de su paso, en la capilla construida para este fin en 1664. Con cinco metros de altura, se sube también a pasar un trapo seco a las tres figuras más altas, Cristo en la Cruz, Nicodemus y José de Arimatea, para el que reconoce que "mucha gente" también le ayuda.
Sin embargo, y aunque reconoce que la primera dosis para ser muñidor se la inoculó su padre, señala que lo hace porque "le gusta", porque "de nada vale que él lo fuera si no me gustase". "Para él era su vida. Hasta sus últimos ingresos en el hospital siempre andaba con la preocupación de si habíamos hecho esto o lo otro. Incluso al final, cuando ya tenía la cabeza desvariada, siempre estaba sobresaltado. Ha sido su vida, su vida...", murmulla.
Recuerda que la figura de muñidor en el paso superó una crisis de identidad gracias a su padre, quien se ofreció cuando lo realizaba alguien ajeno a la hermandad. Pero insiste, el mayor "orgullo" de hacerlo no es la conservación de las tallas o la Capilla, "que también", sino lo más intangible, ser la persona encargada "de convocar a cofrades a actos y liturgias de la hermandad". "En la Escalera lo seguimos haciendo como toda la vida, por las casas, y somos los únicos que lo conservamos", señala Barrios, quien explica que lleva a cabo cerca de 90 avisos presenciales para las juntas o entierros, para los que "se va un poco a contrarreloj, ya que solo tienes unas horas para prepararlo todo".
Acompañamiento a los que se van
"Los hermanos acompañamos al féretro y debo salir a dar los avisos para hacerle el acompañamiento al día siguiente, bajar al tanatorio, colocar las esquelas de la hermandad y después ir a la Capilla para sacar los banquillos al medio, y con un manto negro, donada la tela por Manuel Fuentes, se hace un catafalco en el que descansa el féretro durante un breve responso de despedida", una liturgia que también desarrolla el Longinos.
Semanas después del entierro, la hermandad organiza una misa funeral y es el muñidor quien "llama de nuevo por las casas, encarga a los párrocos, va a por el vino y las formas, los paños que usa el cura para secar el cáliz, lavar el paño, plancharlo... para tenerlo preparado para la misa en la capilla", relata Barrios.
"Veo que es cuando más se une la hermandad, como uno solo a pesar de ser 500. A esos actos les doy igual o más importancia que un Viernes Santo. Esa hilera con los faroles y la medalla en el pecho, una pequeña procesión, es un acto muy bonito, muy respetuoso y emocionante. Es una muestra de agradecimiento a ese hermano que se va por su trayectoria en la hermandad", narra, visiblemente emocionado.
Ahora, la época de Cuaresma "se vive con más intensidad", con labores "más alegres, limpiar la Capilla, preparar los tacos..., todas son importantes, pero los entierros son de los que más", incide, para remarcar que "hay algunos hermanos que se involucran mucho", por lo que muestra su agradecimiento a la hermandad y a la directiva "por la confianza depositada en él para el cargo".
Tallar y colocar los tacos
Otra de las labores de los muñidores es tallar a los 20 hombres que sacarán cada año el paso y colocar los tacos para que el tablero procesione igualado. Ese trabajo le corresponde a Ricardo Mateo en El Longinos, que mide a los 'burreños', como se les conoce a los que sacan su paso, el mismo Domingo de Ramos, y clava los tacos al día siguiente. Al contrario, Barrios lo hace todo el mismo Viernes Santo, "por tradición", a partir de las cuatro de la tarde, con la ayuda de varios hermanos, entre ellos Jesús Cano.
Ricardo Mateo realiza las labores de muñidor en sustitución de Fernando Fernández 'Titi', quien en 2012 tuvo un accidente. "Él es familia, y yo me ofrecí. Su abuelo y el mío eran primos. Cuando es heredado se siente algo diferente", comenta Mateo, quien coincide con Daniel en que "además de hacerlo también tiene que gustar y tener siempre tiempo", algo de lo que ahora puede disfrutar tras su prejubilación.
Al contrario que en La Escalera, los avisos en El Longinos se efectúan "gracias a las nuevas tecnologías y los móviles". "El trabajo se ha mejorado mucho, antes también se avisaba casa por casa. Ahora ya no, solo en el cambio de varas del mayordomo o para llevar las felicitaciones de Navidad a los hermanos con menor movilidad", expresa el muñidor de una cofradía que también ronda el medio millar de inscritos.
Para este año, se despide, al paso "todavía hay que darle una pasada de limpieza" con el plumero, pero entre sus secretos tiene claro que "cuanto menos se toque a las figuras, mejor, y solo hacia Semana Santa". Otra cosa es el tablero, que asesa "más a menudo", con bayeta y cera.
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