El Santo Entierro se hizo oración frente al convento de San Joaquín y Santa Ana

A pesar de la suspensión de la Procesión del Entierro de Cristo, centenares de fieles se congregaron para realizar un rezo comunitario

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El Santo Entierro se hizo oración frente al convento de San Joaquín y Santa Ana
Nuestra Señora del Cristo Yacente y el Cristo Yacente de Gregorio Fernández. Fotos: Sergio Borja
Rebeca Pasalodos Pérez
Rebeca Pasalodos Pérez
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El cielo encapotado de Valladolid, cargado de lluvia que se resistía a caer a pesar de las previsiones, impidió este Sábado Santo la salida de la Procesión del Santo Entierro de Cristo. Pero la amenaza de precipitaciones no apagó el fervor de los cofrades ni de los fieles que, a pesar de la suspensión oficial, se congregaron con respeto y devoción ante la fachada del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana para poder rezar, o sencillamente estar presentes, a la puerta en un acto sencillo que sustituyó a un nuevo desfile procesional que se quedó, literalmente, a las puertas en esta Semana Santa 2025.

Allí, ante la solemnidad impuesta por el cielo gris, se vivió un acto íntimo y profundamente emocionante una oración comunitaria frente a las imágenes titulares de la cofradía, que fueron trasladadas hasta el umbral del convento para presidir el acto y regalar su presencia a los allí reunidos.

En el centro, el Cristo Yacente de Gregorio Fernández (1631–1636), reposaba fuera de su urna como si el tiempo se hubiese detenido. La talla, de una belleza sobrecogedora y de un realismo barroco que aún conmueve a siglos de su creación, se convirtió una vez más en el epicentro del silencio vallisoletano.

Junto a Él, Nuestra Señora de la Soledad del Cristo Yacente, una dolorosa del siglo XVIII, completaba la escena. Con rostro sereno pero desgarrado, simbolizaba el dolor silente de una madre que guarda luto eterno. 

El acto fue breve, pero profundamente simbólico. Los hermanos del Santo Entierro, vestidos con sus hábitos de terciopelo negro, mantuvieron la compostura con la dignidad que caracteriza a esta cofradía centenaria. El olor del incienso y una solitaria corneta pusieron fin al acto. No hubo procesión, pero sí un Santo Entierro del alma, hecho de recogimiento y comunión silenciosa.

 

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