Un bofetón

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Un bofetón
Jovenes en una discoteca
Guillermo Delgado
Guillermo Delgado
Lectura estimada: 2 min.

No había móviles, ni existían las redes, se quedaba desde el fijo de casa en un lugar y se subía a la discoteca.
Pueblo de Valladolid, a seis kilómetros de la ciudad, famoso por su castillo.

Dos de la madrugada. Discoteca llena. Grupo de estudiantes de último curso de derecho llegan un poco contentos. Uno de ellos, más alegre que los demás, empieza a vacilar a una chica.

Pierdo durante unos minutos la escena, por atender a otros clientes. Sobre las tres y media se hace un corrillo en la pista. Resumen de la situación creada. El joven a la segunda vez que tocó el culo a la chica recibió delante de todo su grupo de amigos un guantazo con la mano abierta que sonó más que la música.

No tenían que guardar en secreto su identidad, ni asistir a comisaria a denunciar ningún abuso, no hubo juicio mediático, ni grupo de feministas en ninguna plaza los días posteriores defendiendo la libertad de las mujeres.

La joven, clienta habitual los fines de semana con sus amigas, dijo al dueño de la discoteca que ya lo había aclarado ella sola en la pista. No tuvo que esperar dos semanas, ni tres meses, ni cuatro años, para dejar en evidencia a un baboso delante de todos sus amigos, no colgó nada en Instagram, no existía Facebook, no grabó nada en el móvil.

Solo hubo cuatro protagonistas principales: un culo y una mano y una mano y una cara.

Asunto zanjado.

Tres semanas después, la joven me dijo que él se había acercado solo para pedirle perdón, que había bebido mucho y reconoció que se pasó.

No les volví a ver juntos.

Han pasado más de treinta años. Él trabaja en Madrid, nos hemos saludado alguna vez en el AVE. Buena imagen y gesto sonriente. Tuvo una mala noche y punto.

Ella le puso en su sitio en el minuto uno, como debe ser, sin esperar a nada ni a nadie.
No existía el solo si es si, ni no es no, ni comité de acción disciplinaria, ni gaitas...

A todos estos babosos, gilipollas, chulos de mierda, acomplejados, agresores, famosos de medio pelo, falsos defensores de nada, mezquinos y cabrones…o que por lo que sea, tienen una mala noche, solo se les para de una manera.

Si en la discoteca delante de todos los afiliados, después de la fiesta que sigue al mitin, se pasa sin tú consentimiento…no esperes unos meses a comentarlo en las redes... en ese mismo momento extiendes bien la mano abierta y le das un bofetón.