Anuar devuelve la sonrisa al Pucela en Mendizorroza

El Real Valladolid superó (2-3) al Deportivo Alavés en Mendizorroza en un partido con un final ajustado y de infarto. Los blanquivioletas sumaron la primera victoria a domicilio cuando más lo necesitaban en la clasificación, ya que sus escasos cinco puntos a estas alturas de la temporada no motivaban a una afición que volvió a soborear los tres puntos, algo que no hacían desde la primera jornada ante el RCD Espanyol.

INICIO DESOLADOR Y REACCIÓN CON CARÁCTER

El Pucela empezó el partido de la peor forma posible: con dudas, sin alma y dejando hacer al rival. El Alavés, aprovechando que los de Paulo Pezzolano seguían en esa tendencia similar a la de las anteriores jornadas, abrió el marcador a las primeras de cambio. Un error grosero de Mario Martín en la salida de balón propició la recuperación de Toni Martínez en tres cuartos de campo. Su remate fuera del área sorprendió a Karl Hein, que no reaccionó a tiempo (1-0).

Los locales se empezaron a gustar y metieron el miedo en el cuerpo a su rival, cuando este parecía noqueado sin llegar, ni siquiera, a subirse al ring. Sin embargo, las imprecisiones de los babazorros y su falta de contundencia en los últimos metros dieron alas al Pucela, que se lo empezó, poco a poco, a creer. Un balón al espacio a Anuar, que no dio una pelota por perdida en todo el partido, acabó con el jugador en el suelo tras un derribo claro de Sivera, que no controló bien a la hora de salir a por el centrocampista. Sylla transformó el penalti (1-1) y se fue al banquillo a dedicarle el tanto a Chuki. 

A partir de ese momento, el Real Valladolid fue otro. No hizo, quizás, lo suficiente como para ponerse por delante en el marcador, pero sí en el hecho de competir de tú a tú al Alavés que, al decantarse la balanza, ya no generaba ocasiones con tanta facilidad. Ambos equipos se fueron al descanso con sensaciones encontradas, pero con un resultado justo.

POLÉMICA CON EFICACIA BLANQUIVIOLETA

La reanudación le sentó mejor al Alavés, ya que clavó el guion de partido que se había visto en los primeros compases del choque. El Pucela salió dormido a los segundos cuarenta y cinco minutos y no remó a contracorriente de milagro. El VAR corrigió a Melero López después de conceder un gol a Guridi, que hubiese supuesto el segundo tanto local. El Pucela se libraba por milímetros y con algo de fortuna que, a veces, también hay que buscarla.

Y eso es lo que hizo el Real Valladolid. Pizarro Gómez volvió a advertir a Melero de que tenía que ver un posible penalti riguroso a favor de los visitantes. Melero no se lo pensó y señaló el punto fatídico, a donde iba, esta vez, Amallah. El marroquí, que engañó a Sivera (1-2), desató la locura en la grada visitante, que tenía ganas de teñir, desde hace tiempo, un campo de blanquivioleta que no solo fuera el José Zorrilla.

Con el Alavés volcado y sin control, el Pucela salió a la contra para poner el punto final al partido. Un pase de la muerte de Sylla dejaba solo a Anuar que tiró de corazón para volver a encontrar portería (1-3). La fiesta en Mendizorroza era ya una realidad para un Real Valladolid que estaba volviendo a sumar una nueva victoria lejos de su feudo. No obstante, y ya por historia, este equipo no gana sin sufrir.

En los últimos compases, un golazo de Kike García (2-3) recortaba distancias en el marcador cuando se cumplía el minuto 97. Melero alargaba algo más el choque y el Alavés, incluso, tuvo un córner, con Sivera en el área, para igualar la contienda. Latasa despejó el balón con la cabeza instantes antes de que Melero, que se llevó la pitada de la noche, señalara el final de un partido que vuelve a marcar una tónica ya habitual: cuantas más posibilidades de destitución de Pezzolano haya, más posibilidades hay de que el equipo gane.