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Cumplir con el censo de la peña

Cumplir con el censo de la peña
Jesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
Lectura estimada: 3 min.

"Para ser tordesillano, no hay que faltar a la Peña..."

Llegó y se fue septiembre y con él la honra de la Tierra y Villa de Tordesillas a su patrona, la Virgen de la Peña, la taumaturga imagen cuyo Santuario, saqueado, derruido y reconstruido, se eleva a orillas del Duero en el camino que va a San Martín del Monte.

Este es el sitio, el origen, el comienzo, el alfa de todo lo que significa nuestro pueblo y lo que tuvo en lo antiguo, pues es su vestigio el resultado del pleito ganado a Medina del Campo que quería en el pasado la jurisdicción de la Peña y San Martín del Monte.

La Peña fue Patrimonio Municipal y el Ayuntamiento dueño directo hubo de "vender todos los edificios, corrales y herreñales, con excepción de su ermita y casa del ermitaño por encontrarse todos los bienes de propios empeñados". El Acta municipal de la sesión el 14 de junio de 1871 es impagable y debería ser conocida por TODOS. Y el acuerdo: "Se vende al vecino de Madrid Nicolás Mota, natural de esta Villa, y reconociendo éste y respetando los derechos que el Ayuntamiento tiene para ocupar dicha casa en cuantas festividades se celebren en dicha ermita... por el censo de 12 pesetas y 50 céntimos...el derecho de poder disfrutar del salón contiguo a la ermita así como todas las habitaciones y locales que construya con otras varias condiciones".

Y en honor de la Patrona de Villa y Tierra se han de correr toros...

Y de aquel ayer, aunque ya no vuelva jamás, ningún tordesillano puede olvidarse. Porque eso es lo imperdonable, el olvido.

Sabido es que la Comunidad de Villa y Tierra es la forma social de integrar a las gentes de varios pueblos, unidos por una historia vivida y trabajando siempre en común. El Santuario de San Martín del Monte y de Nuestra Señora de La Peña es el enclave en donde se custodia su efigie, cofre del simbolismo y sentido real de la emoción de todos los tordesillanos al llegar las Ferias y Fiestas de la Peña.

Es muy antigua esta costumbre, bastante más que la de La Guía, la otra advocación Mariana y a su vez ella entró a formar parte de nuestra historia sustituyendo a San Juan y a San Roque, los primitivos patronos de las fiestas de Tordesillas.

A la Virgen de la Peña, imagen hallada por un pastor en la oquedad de una cueva, se la procesiona por los enfermos, plagas de langosta y en su honor se han de correr los toros. Su belleza serena permanece en nuestros corazones con su propio nombre de Peña. Dura, resistente como el espíritu de los tordesillanos, generosa, taumaturga, venerada, respetada y aclamada. Y eso que nos la quiso quitar Medina del Campo, y tras un pleito en el que intervino la reina doña Juana se otorgó a Tordesillas la justicia definitiva y para siempre jamás.

¡VIVA LA PEÑA! Llevaban en su lomo las mulillas del arrastre, tras paciente labor de los esquiladores. Y hoy, chicos y grandes, siguen gritando con fuerza: ¡Viva la Peña!.

El domingo de la Peña, la imagen chiquita y morena salió de su Santuario a recorrer la pradera bajo un sol radiante de luz y esperanza. Para  los habitantes de la Villa y Tierra supone siempre una hipérbole emocional asistir este día al lugar. Allí resuena bajo su bóveda el eco de la Salve de todos nuestros mayores, de nosotros mismos y de los que vendrán, para que ella vuelva sus ojos misericordiosos a esta tierra hermosa y singular de Tordesillas sobre todo en los días inciertos, ásperos y difíciles de sobrellevar.