Palabras contra el olvido 634
La elegancia, decía Balenciaga, siempre pasa por la eliminación. En la Sala de Exposiciones de las Francesas de Valladolid viendo 'El siglo de Balenciaga' parece que le han llevado totalmente la contraria y han abarrotado la sala de vestidos y aquello más parece una tienda de ropa donde todo se liquida por pronta jubilación.
Una pena, penita, pena. Si el maestro Cristóbal Balenciaga (Getaria,1895-Valencia,1972) levantara la cabeza se le caería el alma a los pies. Aquí en esta sala nada luce. Al contrario que en el museo que tiene el maestro en Getaria que aquello parece un pequeño Guggenheim por su forma y su tamaño. En nada se parece a esta sala, mal iluminada que tiene que ir uno con mucho cuidado para no romperse la crisma.
Un genio de la moda no se merece esto. Es imposible sentir su presencia. El modisto que inventó nuevos diseños que han llegado hasta nuestros días se merecía como poco una exposición en el Herreriano y no aquí. Esta sala con ese panel en el medio que no se ve en ninguna sala de exposiciones del mundo, desaprovechada y por lo que se ve últimamente, olvidada de la mano de Dios.
Acercarte y leer los títulos ya requiere de una vista de lince. En 1973 el Metropolitan de Nueva York mostró El mundo de Balenciaga y aquello marcó un hito para la moda que de repente había entrado en los museos por la puerta grande. También lo ha hecho en el estupendo Museo de bellas Artes de Bilbao que tiene un director que ama el arte y sabe lo que hace
Balenciaga que libero el cuerpo de la mujer de ataduras innecesarias, reduciendo telas, dejándose llevar por la belleza, elevó la alta costura a cotas inimaginables para su época. Es sabido aquello que dijo Coco Chanel: "El único modisto en el mundo capaz de dibujar, cortar y coser él solito".
El hombre es una imagen abreviada del mundo, dejo escrito el maestro Francisco Rico. Balenciaga lo fue. Fue un maestro que persiguió sus sueños hasta sus últimos días. Aquí en la Sala de Exposiciones de las Francesas más parecen expuestas sus pesadillas.
Perder el culto a buen gusto es un crimen. Balenciaga siempre realizó las cosas de manera elegante, porque entendió que la moda es cultura. Es más, hasta tuvo una visión moral de como vestir a las mujeres.
La palabra cultura hay que manejarla con guantes para que no estalle y nos ponga perdidos. Lo cierto es que desde hace tiempo la CULTURA está en cuidados intensivos.
Y así seguimos adelante, botes contra la corriente, empujados incesantemente hacia el pasado. (S.F)
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