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Una ciudad con ideas y para las ideas

Nueva entrega de la sección 'Mientras el aire es nuestro' del colaborador de TRIBUNA Juan González-Posada

Una ciudad con ideas y para las ideas
Juan González-Posada
Juan González-Posada
Lectura estimada: 3 min.

Transformar y mejorar nuestras ciudades es una tarea ardua que enfrenta múltiples obstáculos. La resistencia al cambio, el pensamiento lineal, la falta de participación ciudadana, los intereses económicos, la ausencia de liderazgo, el pesimismo cultural son barreras significativas que deben superarse.

El filósofo Edgar Morin -que acaba de cumplir 103 años- ha profundizado en la idea de que el pensamiento lineal es inadecuado para abordar problemas complejos como los que presentan las ciudades. En su obra 'El Método' (1977), Morin ya abogaba por un pensamiento complejo que considere la interconexión de múltiples factores y niveles de realidad. El pensamiento lineal tiende a simplificar excesivamente los problemas, ignorando la red de relaciones que define a una ciudad.

Por otra parte, el pesimismo cultural puede ser una barrera significativa para la transformación urbana. Herbert Marcuse, destacado miembro de la Escuela de Frankfurt, analizó cómo las sociedades modernas pueden estar atrapadas en una sensación de impotencia y alienación. En 'El Hombre Unidimensional' (1964), Marcuse argumenta que el pesimismo cultural puede llevar a la resignación y a la creencia de que el cambio significativo es imposible, lo que paraliza los esfuerzos por mejorar.

Si nos vamos a la realidad de ciudades como Valladolid, esta situación de activa resistencia a conocer y adoptar nuevas ideas está representado por el miedo o el temor a los posibles fracasos, a las repercusiones negativas que podrían surgir al intentar implementar algo nuevo. En muchas ocasiones, los responsables públicos y también los ciudadanos sienten que cualquier alteración en el status quo podría llevar a una serie de consecuencias imprevistas que podrían ser perjudiciales. Funcionarios y líderes locales no se arriesgan, y dudan de su conocimiento y de su habilidad administrativa. La burocracia y la inercia institucional también juegan un papel importante, debido a que los procedimientos administrativos son lentos y complicados ayudando al desaliento no solo de los ciudadanos, también de los responsables en la toma de decisiones.

¿Cómo es posible que algunos responsables públicos nieguen aún cuestiones tan evidentes como que las ciudades medias europeas se enfrentan a desafíos como la pérdida de población, que puede afectar negativamente a su economía y a la calidad de vida de sus habitantes? O que se necesitan mejorar los servicios públicos, la calidad de la vivienda, de los barrios, la educación, la salud, las instalaciones culturales y el transporte para atraer y retener a los habitantes. Que se debe crear un entorno propicio para la innovación y el emprendimiento, que permita el desarrollo de nuevas empresas y la creación de empleo. Que deben establecer alianzas y redes de colaboración con otras ciudades, regiones y organizaciones internacionales para compartir experiencias y buenas prácticas... No se debe ignorar que existen diversas políticas de ayudas europeas que pueden apoyar a las ciudades medias en el análisis y puesta en marcha de estrategias de transformación urbana, como los Fondos estructurales y de inversión europeos (FEDER), o el Programa Horizonte Europa, cuya Misión 'Ciudades Inteligentes y Verdes' tiene como objetivo desarrollar soluciones innovadoras para hacer que las ciudades sean más sostenibles, resilientes e inclusivas. Por otro lado, la Red Europea de Ciudades Inteligentes (ESPON), una plataforma que reúne a más de 1.100 ciudades y regiones de toda Europa, promueve el intercambio de experiencias y buenas prácticas en materia de desarrollo urbano sostenible, ofreciendo una serie de recursos valiosos para las ciudades medias que buscan transformarse, accediendo a financiación y asistencia técnica. Tiene razón el profesor austriaco Rudolf Giffinger, cuando dice que "la falta de capacidad administrativa y liderazgo efectivo a menudo frena la implementación de soluciones innovadoras en el ámbito urbano".

Otras ciudades ya lo están haciendo, con programas que fomentan ese necesario ambiente de ideas. Es el caso del Programa '1000 Ideas para Helsinki', iniciativa que buscaba recopilar ideas de los ciudadanos para mejorar la ciudad. Se recibieron más de 10.000 ideas. O el Programa 'Smart Vienna 2020' que tiene como objetivo convertir a Viena en una ciudad inteligente y sostenible. El 'City for People', 'Amsterdam Smart City', 'Tallinn Urban Lab', 'Glasgow City of Science', 'Lyon Métropole Innovation', 'Porto 2020'...

Las ciudades del siglo XXI deben ser incubadoras de ideas, espacios donde la creatividad y el emprendimiento se vean estimulados y apoyados. Es fundamental crear un ecosistema donde las ideas puedan surgir y analizarse para convertirse en proyectos tangibles. Las ideas son la base del progreso humano y el guía hacia un futuro mejor. La historia de la humanidad es, en esencia, una historia de ideas.