"Es el momento de reconocer a todas aquellas inventoras que han sido silenciadas en el pasado"

La escritora Mónica de Cristóbal, autora del libro 'El viaje en tranvía de Mary Anderson', reivindica el papel de las mujeres en la ciencia que "ha sido silenciado durante muchos años"

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"Es el momento de reconocer a todas aquellas inventoras que han sido silenciadas en el pasado"
Miguel Ángel  Fernández
Miguel Ángel Fernández
Lectura estimada: 4 min.

Cada 11 de Febrero se celebra el Día Internacional de la mujer y la niña en la Ciencia, con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, además para lograr la igualdad de género.

A día de hoy, el feminismo avanza y las científicas, investigadoras o inventoras han logrado ir haciéndose un hueco donde antes solo estaban los hombres. Pero en el pasado, muchas de ellas fueron olvidadas, como fue el caso de Mary Anderson.

Mary Anderson, la inventora del limpiaparabrisas tuvo una idea que cambiaría el mundo de la automoción para siempre. Mientras viajaba en un tranvía en Nueva York y veía como el pobre conductor limpiaba la nieve y el agua una y otra vez con un trapo, decidió que era necesario un elemento que evitase esa complejidad durante la conducción

Una invención que Anderson patentó en 1903 pero que nunca se le reconoció por los estereotipos del momento y que, años más tarde, incorporarían, sin su permiso, Cadillac y Ford a sus vehículos de motor.

Mónica de Cristóbal es la escritora del libro 'El viaje en tranvía de Mary Anderson' donde, con un juego narrativo divertido e interesante, homenajea a la inventora a través de la historia de Claudia su otra protagonista, inventora del 'limpiagafas'.

A Claudia le encanta ver llover desde el coche y que su padre o su madre accionen el limpiaparabrisas: zis, zas, zis. Claudia lleva gafas, unas gafas grandes que se le empañan y no ve bien, así que busca una solución y entonces descubre a Mary Anderson, una mujer que vivió hace muchos años, pero su ingenio está muy presente en nuestros días.

La autora se confiesa "ilusionada" por la acogida que está teniendo en las librerías la historia cuyo texto va acompañado por ilustraciones de dos diferentes creadores, ocupándose Silvia Alberdi del relato de Claudia y Davide Ortu de narrar algunos momentos de la vida de Mary.

Para Mónica de Cristóbal la existencia de un Día Internacional de la mujer y la niña en la Ciencia es "esencial" porque  ha habido muchas mujeres en ese sector que no han tenido ningún tipo de reconocimiento y "es el momento del cambio". La escritora invita a la sociedad a "abrir los ojos, echar la vista atrás y poner en su sitio a todas aquellas inventoras que no pudieron disfrutar de su éxito".

Mary Anderson ha salvado muchas vidas a lo largo de la historia gracias a un elemento tan sencillo en nuestro día a día como lo es hoy el limpiaparabrisas, por eso, Mónica asegura que es una figura "muy necesaria" que recibió la negativa de la única empresa a la que logró llegar.

"En su momento se le dijo que ese invento iba a causar accidentes porque podía distraer a los conductores", apunta y recalca la "relevancia tan enorme" de su huella en la industria de automoción.

La autora de esta bonita historia usa a su personaje protagonista, Claudia, para actualizar el mensaje que quiere lanzar y hacer al lector parte de esa investigación ella misma tuvo que realizar para conocer algún detalle, de los pocos que existen, del legado de la inventora.

A su vez, también alza la voz por muchas otras inventoras que fueron silenciadas en el pasado en el mismo sector de la industria como lo sufrió Anderson: "Detrás de marcas como Opel o Benz están las esposas de los que finalmente le dieron su nombre. La inventora del espejo retrovisor también fue una mujer. Nos hemos criado en un mundo donde hemos visto a la mujer ejercer un rol que no tenía nada que ver con los coches y no se entendía que ellas pudiesen aportar algo positivo".

De Cristóbal destaca la curiosidad que todas las mujeres inventoras que ha investigado dentro del mundo de la automoción, proporcionaran inventos relacionados con la seguridad y el cuidado como la línea continua, la luz de freno, la calefacción o los intermitentes.

"Puede que haya algo educacional que nos lleve a las mujeres a pensar en cosas más allá de la velocidad o la fuerza y estemos enfocadas al cuidado y a la seguridad vial", explica.

Puede resultar curioso que, una vez que la industria utilizó esa idea de Mary Anderson sin su permiso, ella jamás protestó. Pero la escritora tiene una respuesta sencilla a todo eso: "Sin tener una figura masculina a tu lado como un padre o un marido que ayudase a que te tomasen en serio era muy difícil quejarse".

Y piensa que Anderson "se sintió muy orgullosa de ver que su idea, finalmente, se usaba y funcionaba y era tan humilde que no necesitó ese triunfo público, simplemente se sintió satisfecha".

Este libro, publicado por Istarduck Ediciones, es el tercer cuento de una trilogía sobre inventos de Mónica de Cristóbal: el primero de ellos, 'La nube blanca', sobre cómo ganar la batalla al Alzheimer; un libro adaptado al teatro y representado en los mejores escenarios de toda España; y el segundo, 'El escalón de hojalata', un divertido relato ilustrado sobre la participación de una pandilla de chavales en un concurso de inventores, con una historia sobre la Acondroplasia, en el que lanza un mensaje optimista: "La diferencia no es ninguna limitación".

Para Mónica es un libro "muy especial" porque es el único de los tres que contiene un invento real en sus páginas: "Hasta ahora me había atrevido a fabular completamente y en esta tercera entrega solo he ficcionado los datos de la inventora que no logré recabar en mi búsqueda".

La escritora recomienda la lectura de su libro a "todos los públicos" y justifica ese amplio espectro porque considera que le puede gustar desde a un niño pequeño de nueve años a un padre que decida leérselo a sus hijos: "Es una lectura familiar. Va a gustar a quien le dé una oportunidad".

1 comentario

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usuario anonimo 2/11/2024 - 9:28:37 PM
Este día lo tenemos por desgracia durante todo el año en la Escuela de Ing. Industriales, a casi todas las aulas del IndUva las han puesto nombres de mujeres inventoras, ahora parece que no hubo varones inventores
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