La Companhia Do Châpito (Jorge Cruz, Pedro Diogo y Susana Nunes) se presentaron en la Sala Concha Velasco (LAVA) con la obra Julio César y convencieron al público palmo a palmo; palabra a palabra, gesto a gesto, mueca a mueca. Esta estupenda compañía de teatro portugués se ocupa fundamentalmente de lo pequeño, del matiz, de la grieta. Se encarga de hacer preguntas al público. Y no da respuestas.

Julio César surge ladrillo a ladrillo. Dotar a cada situación de la palabra y el gesto adecuado adaptándolo a estos tiempos tiene su miga. El público no les quitó ojo durante los noventa minutos que duró la función. Si pestañeabas, te lo perdías.  Qué Julio César fue asesinado por un grupo de senadores, eso ya lo sabíamos. Lo que no sabíamos es el talento que hay que tener para contarlo a la manera que lo cuenta la Companhia Do Châpito.

Y todo con lo justo, Qué digo con lo justo, con menos. Unos bigotes un poco de papel de aluminio y poco más. Pero claro, estos saben lo que tienen entre manos. Llenan la Sala Concha Velasco y la convierten en un espejo donde la contemplación de la guerra, la traición, los celos y todo lo que se puede uno imaginar pasa delante de tus ojos como que no quiere la cosa.

Y utilizando palabras sencillas recreando entornos cotidianos son capaces de provocar un humor negro en el público que poco a poco va soltándose: primero una mueca, después una sonrisa y por último una risotada que lleva implícita una interrogación crítica

El humor siempre ha sido una cualidad de la inteligencia. Y todo con grandes dosis de ironía. La ironía tiene la cualidad intrínseca de preservar cualquier tentación retórica. Y eso se agradece.

Esta gente es capaz de hacer algo muy difícil: expresar con miradas, con silencios, con esos arranques repentinos, arranques quijotescos; tienes la sensación por un momento que están como poseídos y de repente, como que no quiere la cosa, cambian de registro y te cuentan una verdad como un templo.

Compartir 90 minutos una experiencia teatral de este calibre resulta una especie de ritual purificador. El viaje que propone Companhia Do Châpito no lo encontrarás en ninguna agencia de viajes. Este viaje está lleno de sentido común y ganas de contar muchas historias. Todo está en Julio César, basta calentar adecuadamente el carbón, como decía Brook, para que te caliente o te queme las manos y el alma.