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Un Viernes Santo único y emocionante en Medina de Rioseco
El paso del Descendimiento saliendo se su capilla
José Ángel Gallego Vázquez
José Ángel Gallego Vázquez
Lectura estimada: 4 min.
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Si los espacios urbanos pudieran medirse en emociones. En Medina de Rioseco el conocido corro de Santa María podría llevarse la palma. Y es que cada Viernes Santo, este lugar se convierte en el epicentro de la Pasión de la Ciudad de los Almirantes, con la salida de los dos Pasos Grandes y el resto de los cinco, desde la iglesia de Santa María, para completar la procesión de la Soledad.

A las ocho de la tarde, esta plazoleta -en pleno casco histórico riosecano- es un hervidero de gentes, también de nervios, recuerdos y vivencias. Del salón de pasos, única edificación que se conserva en pie de la antigua penitencial de la antigua Quinta Angustia, saldrán los dos conjuntos escultóricos de La Crucifixión y el Descendimiento, conocidos en Rioseco como Longinos y Escalera, a golpe de riñón de los veinte afortunados que, por riguroso orden de lista, sacarán el paso.  

El cadena del Longinos ha mandado rezar por los hermanos difuntos. Toda la Hermandad se ha puesto de rodillas en uno de los momentos más simbólicos y sobrecogedores de la Semana Santa de Rioseco.Suena La Lágrima. Últimas indicaciones y comienza el milagro. El titánico conjunto escultórico que representa La Crucifixión del Señor se eleva en los brazos de los cofrades y comienza la maniobra. El calor hace mella en los veinte longineros que tienen que esforzarse para sacar del antiguo Salón de Pasos, a sangría, el monumental conjunto, que ya descansa sobre las horquillas en el primer poso.

La operación se va a repetir con La Escalera. Ahora es el cadena del Descendimiento, patrón de este monumental barco que quiere ver la luz. De nuevo, de rodillas, un recuerdo emocionado a los que se fueros, un poco de resina sobre las cuarenta manos de los veinte hermanos que, a golpe de fe y esfuerzo, obrarán la proeza de que El Descendimiento salga a las calles de Rioseco.

 

Hay que bajar más. El codo de Nicodemo tiene que salvar el dintel. El momento es  angustioso, por emocionante. El esfuerzo impresionante. Pero La Escalera, 51 semanas después, ha salido de su Capilla. Los aplausos sinceros premian la entrega y la pericia de veinte personas que han puesto el alma en la maniobra.

Tras Longinos y Escalera, le toca el turno al Cristo de los Afligidos y al de La Paz. El impresionante crucificado también tiene su enorme complejidad para salir de la gótica puerta de la iglesia de Santa María. La estampa es maravillosa, cuando la cruz se acopla en la pétrea portada. Cientos de cámaras y móviles inmortalizan el momento. Los bellos pasos de La Virgen de la Piedad, Sepulcro y Soledad también han salido a la calle, tres cofradías que aportan una imagen de orden y seriedad única. Todos conforman una procesión digna de ver.

REFRESCO Y DESFILE DE GREMIOS

El Viernes Santo es esplendoroso en Medina de Rioseco y no solo por la temperatura mucho más que primaveral. La mañana ha sido concurrida. Las hermandades cumplen con sus últimos preparativos, los cofrades, riosecanos y foráneos visitan los pasos en la iglesia de Santa María y en la capilla.

Animado vermú y, ya por la tarde, las seis cofradías que conforman la procesión se reúnen en el tradicional refresco. Se trata de un refrigero que ofrece el hermano Mayordomo, cargo elegido cada año por orden de lista, consistente en un café, unas pastas y un licor. Es el momento de reencontrarse con el resto de cofrades, tallar el paso para regular las alturas. Se trata de instantes de esparcimiento y alegría, antes de que El Pardal, cargo hereditario en Rioseco, organice el desfile de gremios por las calles riosecanos para ir en busca de las autoridades que participarán en la procesión y acudir a los Santos Oficios.

La tarde ya ha caído. Los pasos están ya en la calle. La procesión en marcha: el Evangelio en madera policromada que narra desde La Crucifixión del Señor hasta su entierro avanza camino de la Calle Mayor, donde se apiñan cientos de espectadores deseosos de ver pasar los pasos, muy cerca.

En la Rúa Mayor los pasos bailan al compás de la música. Se mecen lentamente en los hombros de los cofrades. Al alcanzar la Plaza Mayor, comienzan los esperados relevos. Es el turno del resto de la hermandad. Podrán probar durante algún poso esa sensación de llevar a hombros su paso, que es gloria bendita para un cofrade de Rioseco.

Tras completar La Rodillada, reverencia a la Virgen de la Cruz en la puerta amurallada del Arco de Ajújar, y de subir la Calle Mediana ?como es costumbre- en apenas dos posos, la Salve a la Virgen de La Soledad es un canto a la esperanza, antes de que los pasos vuelvan a entrar a su iglesia de Santa María y su Capilla. Todo está consumado. El rito se cumplió, el tiempo acompañó y los riosecanos vivieron un Viernes Santo esplendoroso.

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