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El Zapato Mágico de Tordesillas

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El Zapato Mágico de Tordesillas
Jesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
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Todos los 25 de octubre celebra la liturgia cristiana y católica la fiesta de dos hermanos, mártires, patronos de los zapateros, llamados Crispín y Crispiniano. Aunque con los últimos traslados de pandemia, cambios y recambios litúrgicos algunos como en Elche lo celebran el 19 de octubre.

Pero a lo que vamos. A lo nuestro.

Ambos están y pueden verse en el Museo de San Antolín de Tordesillas. Uno de los cuales, Crispín, tiene en su mano un zapato en miniatura, pequeño, de artesanía, que le hizo hace once años Julián Rodríguez, el artista zapatero de la calle alta de San Antón, para sustituir al original robado. Ese zapato hurtado, robado de la mano de Crispín fue una afrenta lavada por la decisión y habilidad de un artesano medinense afincado desde hace muchos años en nuestro pueblo que le realizó el actual.

Estuvimos unos cuantos aquel día a colocar el nuevo zapato en la mano de Crispín para que nos dejara seguir andando, "sin clavos ni callos" en nuestros pies. Y a fuer de sinceros que hasta la fecha se ha cumplido.

El zapato mágico original se lo llevaron manos inmisericordes y sus respetuosos cofrades le hicieron uno nuevo que es el existente ahora mismo. Tocar ese zapato con fe quita callos, espolones, ojos de gallo y cansancio de los pies de las personas y así hasta tullidos pueden volver a andar tan ricamente, si san Crispín obra el milagro.

Algo así está pasando entre muchas personas de nuestro pueblo que viven de él pero que no quieren ni pensar, ni recordar lo que son y lo que fueron, renegando de sus costumbres.

No obstante, para ellos también irradia ayuda el zapato de San Crispín, para que les deje andar sin trabas por este mundo de locura, indignidad, mentira y muerte.

Y en aquel recuerdo de no hace tantos años, el pastel con que nos obsequiaba Julián en el Católico para celebrar su patrono y los buenos ratos que pasamos aquel día colocando el nuevo zapato a San Crispín donde no faltó ni el cura para bendecir el momento. (Ahí está su efigie también en la zapatería artesana de Julián Rodríguez, hoy llevada por sus hijos Manuel, Vitín e Inda).

 

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