'Odiad, malditos' es el lema que aborda el encuentro que tendrá lugar en el Teatro calderón entre el 23 y el 26 de febrero
"No se asusten, yo les llevaré de la mano si me dejan. No me suelten por favor. Les ruego me tengan piedad y paciencia. Vamos a cruzar este día". Así, en la voz de Ana María, el alter ego de la fallecida madre de Eduard Fernández, arranca 'Todas las canciones de amor', el primer monólogo que afronta el multipremiado actor, que tendrá su puesta de largo en el Teatro Calderón de Valladolid este sábado, con su estreno absoluto. En el montaje, el ganador de tres premios Goya se pone en las manos de Andrés Lima (que cuenta a su vez con cinco Premios Max a la mejor dirección), para zambullirse en "un viaje de desmemoria? en el que rinde homenaje a su madre a través de ?un juego de espejos casi infinito".
"En esta función Eduard es dueño y señor, o dueña y señora, puesto que hace de una mujer. La obra trata sobre un proceso de olvido de la vida al cual nos vamos a enfrentar todos, y en ella intentamos con el mayor respeto ponernos en el lugar de Ana María, que es esa mujer enferma de Alzheimer que se está yendo. Es un placer afrontar trabajos como lo hacemos aquí, desde el corazón; desde la emoción habla de cómo enfrentarse a la vida enfrentándose a la muerte. Ana María es una valiente y lo hace muy bien", resumió el dramaturgo.
"El motivo de hacer esto era para despedirme de mi madre", señaló. "Cuando ella murió yo estaba en Madrid, y a mí me gusta despedirme. Siendo actor, un teatro es un buen lugar para darle el último beso y el último adiós. Ella se quería morir y estuvo muy bien que se fuera. Fue una buena noticia, difícil de manejar como la muerte, que te toca un lugar muy extraño, muy inasible. Ella dice que ocurrían cosas extrañas, que la realidad se estaba alterando, y el viaje final a la muerte o lo que sea eso tiene mucho de paz y de hermoso, de viaje por fin al descanso", resumió.
"Un poco cagado" y "con un gran vértigo", Fernández afronta el primer monólogo que interpretará sobre un escenario. El germen del proyecto, según explicó, se remonta a dos años atrás, cuando vio una obra del autor argentino Santiago Loza que le gustó mucho. "Luego leí esta obra, me tocó, murió mi madre... Se juntó todo, llamé a Andrés, empezamos a hablar y a trabajar. Yo necesitaba a alguien que me acompañara desde fuera y de quien me fiara al cien por cien. Para mí es una obra muy emotiva, que me toca profundamente, y tengo edad suficiente para que eso no me arrastre", resumió antes de apuntar que se siente ?muy arropado? por Lima y su equipo pese a estar solo en el escenario.
Un cuento de amor, terror y muy divertido
Según detalló el director, el Alzheimer es un elemento que ha llevado el montaje al "terreno poético", ya que no pretenden plantear "un análisis científico" de la enfermedad. "Eduard conocía muy de cerca el proceso, y con la información médica y científica que existe hemos compuesto este cuento, que a veces es de amor, otras es de terror y en ocasiones resulta muy divertido gracias a las anécdotas que ella cuenta", recalcó Lima.
Según desgranó, la obra engarza como pocas con el propio origen del teatro, que situó en la tragedia. "Habla fundamentalmente de la muerte y hemos sido consecuentes con ello. Es un trabajo muy delicado, donde lo poco que sabemos de teatro lo hemos vertido allí. Es una cajita de música de nácar con una perla dentro", sentenció.
Por su parte, el protagonista reconoció sentir "un respeto hacia el teatro como a nada". "Me parece el origen de todo. El escenario es el lugar más adecuado para expresar mi profesión plenamente. En el cine estás bastante más protegido y para afrontar esto necesitaba a un equipo con el teatro muy dentro, para poder aprender de ellos y subirme al carro de su mano", esgrimió.
Al respecto, Lima subrayó que "el teatro, a diferencia de cualquier otro arte, lo que aporta es la emoción en directo". "Un actor es un atleta de la emoción, y el control de esa emoción es fundamental", argumentó. Sobre ello, Fernández reconoció que "es muy hermoso tener un espacio en el que puedas soltar tu emoción". "La emoción es algo que, generalmente, ocultamos mucho, pero en ese momento la emoción es buena, es producida. Además, como profesional sabes cuándo tirar algo para atrás o ir a otro lugar, y tratarte bien viajando por todos estos sitios", detalló.
Sobre el proceso creativo, Lima explicó que junto a su equipo más estrecho de colaboradores (en el que citó al productor Joseba Gil, la escenógrafa Beatriz San Juan y su ayudante Laura Ortega), se sumen siempre en procesos de investigación que se prolongan durante al menos un año. "Hacemos propuestas a base de talleres con especialistas que nos ayudan a profundizar en el tema que vamos a abordar. Son procesos muy ricos que a mí me enseñan muchos sobre teatro y sobre la vida en general", recalcó.
En este caso, afrontaron una "cierta reescritura" para "amoldar? el texto de Loza a la figura de Eduard, en lo que calificó como "un trabajo apasionante". En ese proceso, explicó el actor, "el hijo se pasó a llamar Eduardo. El padre se convirtió en Jesús, como el mío. Hay todo un juego donde uno se siente muy identificado y la madre habla mucho de mí". "En esencia en la obra original, el color que tenía la relación de madre hijo me resonaba mucho a la propia, pese a que es muy distinta. La esencia es muy parecida, como probablemente lo será de muchas madres con muchos hijos que se sentirán identificados al ver el montaje", resumió Fernández.
El premio llega justo antes del estreno en cines de este largometraje que será el próximo 20 de diciembre
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