24/12/2024
La pandemia por COVID-19 ya no es un tema de actualidad. De hecho, quedó relegado a un octavo plano como poco. Entre la guerra en Ucrania y el aumento de precios de combustibles y electricidad, la nueva enfermedad ha reducido su presencia poco a poco en los medios.
Evidentemente y como era de esperar, el auge del negacionismo aprovecha la situación para dar más datos. Digo datos porque si aportas algo mediantamente justificable y cuantificable, no deja de ser un dato, aunque sea falso.
Desde la familia Bosé hasta quienes no se aclaraban si era un virus o una bacteria, las teorías han ido moviéndose poco a poco en círculos. Pero el fin último es el mismo: marear la perdiz para asegurar que todo es una mentira que nos quita las libertades. Como las mascarillas se han ido retirando, han perdido justificación para la supuesta hipoxia, pero no pasa nada.
El bulo final ronda la idea de que no es grave ni urgente la situación. Y bueno, quizás ahora, podríamos asumir que no lo es. Pero la idea lleva lanzándose desde el inicio como un frisbee de lado a lado, de teoría en teoría, siempre buscando la controversia y convencer a la gente de que todo es mentira.
Como siempre, cada información era y es lanzada por gente que está en casa, que no ha arriesgado ni un milímetro de su cuerpo. Es interesante que los hospitales necesitaban personal durante el confinameinto y los libertarios que ninguneaban la situación, permanecían en casa quejándose de no poder trabajar. Yo me pregunto: Si es mentira, ¿por qué no lo demostraron yendo a trabajar a un hospital?
El cupo de quienes hablan de PLANdemia, a quienes en mis libros denomino como Plandemials (y si lees mis libros, sabrás por qué), es mayor de lo que parece. Abarca, incluso, familiares de sanitarios que han estado pasando malos tiempos desde que se desató la catástrofe. Incluso gente que ha visto morir a sus familiares.
Lo más sencillo, es ignorar las informaciones que vienen con fotos y texto, sin que se lea su autor o procedencia. Esos que no aportan estudios pero hablan de que existen. Nadie que descubre algo se esconde, porque entonces otro se apropiaría de su mérito. Y si nadie se apropia de ello, es porque no existe.