'Divinas palabras' de Valle Inclán que esta noche estoy viendo en el Teatro Calderón de Valladolid, es un clásico. Un clásico que Teatro Atalaya domina como ninguna otra compañía en España. La profundidad de su observación, y la pervivencia de sus historias, combina con su claridad y su frescura durante los 70 minutos que dura la función.
'Divinas palabras' no envejece. Esta excelente versión, dirigida y adaptada por Ricardo Iniesta y la asesoría y ayudantía de dirección de Juana Casado es un disfrute para los oídos y la vista desde que comienza la función. Valle ajusta cuentas con su época y también con su carácter. La amargura y la violencia de 'Divinas palabras' convierte la obra en una auténtica tragedia.
Porque 'Divinas palabras' avanza como un torrente imparable y todo, todo puede pasar en cualquier momento. La mayoría de sus personajes, casi trágicos, hay momentos que se convierten en una parodia de sí mismos y quedan atrapados y sin solución. Todos se condenan y todos se sienten únicos. El dinero les hace perder el juicio y el mundo se les vuelve en contra.
Pedro Gallo (el sacristán) interpretado por Raúl Vera ofrece magistralmente una mirada caleidoscópica sobre todo lo que está pasando en el escenario de todas las maneras posibles: patético, a veces; otras veces jocoso; otra malvada, y sobre todo y tengo que recalcarlo, de manera conmovedora.
Mari-Gaila (su mujer) interpretada de manera soberbia por Silvia Garzón se convierte en un personaje Valleinclanesco, pero también Shakesperiano por los cuatro costados. Es honesta y sincera, maliciosa e intrigante, pero tiene siempre el control de lo que pasa en el escenario con esa sensatez que perfidia.
Uno de los mejores repartos que han pasado por el Teatro Calderón en años que actúan e interactúan con rigor ajedrecístico y humor a "tuti-plen".
Firma la Composición musical y los arreglos Luis Navarro, los Coros Lidia Mauduit, la Coreografía Lucía You y Juana Casado y el Vestuario Carmen de Giles y Marta Flores que forma una coctelería que ilumina y hacer pensar al patio de butacas que disfruta como un niño con zapatos nuevos.
Ya sabemos que Valle Inclán conduce a toda velocidad y además va sin frenos y nadie lo va a poder impedir. Pero este 'Divinas palabras' de esta noche está lleno de inteligencia, de peligros secretos y nadie se la tiene que perder.
La sabia dirección de Ricardo Iniesta imprime a la obra la sobriedad y los acentos para que el respetable se conmueva en su butaca y disfrute de un elenco de campanillas que sitúa al ser humano al borde del precipicio.