Un Pucela de capa caída vuelve a las andadas en Vigo

El Real Valladolid cayó (3-1) en su visita a Balaídos ante un Celta que dominó los primeros cuarenta y cinco minutos aprovechando la incomparenecia, total y parcial, de su rival, que apenas generó peligro. Los cambios en el descanso y, sobre todo, la entrada de Raúl Moro, reactivó a un Pucela, que podría haber hecho algo más de lo que hizo cuando tenía a los locales maniatados. La expulsión de Mario Martín, muy rigurosa (no lo fue), acabó decantando la balanza a favor de los celestes, que llevan sin perder en casa desde que Claudio Giráldez cogió las riendas del equipo.

RIDÍCULO E IMAGEN INDIGNANTE

El Pucela no empezó nada bien el partido. De hecho, renunció a atacar y, cuando tenía el balón, o la regalaba o la perdía sin sentido. El Celta, que solo subió la intensidad por momentos sin la necesidad de apretar arriba a su rival, bailó todo lo que quiso y más a un Real Valladolid inoperante que recordaba a lo que ya hizo con Pacheta hace dos temporadas. Parece que no habían aprendido la lección los blanquivioletas, que solo les diferenciaban, en comparación con lo que pasó en Barcelona, que no cayera goleado antes de tiempo. 

Por fortuna, no sucedió por la falta de puntería del Celta que, a pesar de dicha circunstancia, se adelantó en el marcador por méritos propios. Una gran jugada de Hugo Álvarez, que hizo un caño descomunal a Luis Pérez, acabó con el balón en el fondo de la red (1-0) tras un remate que Hein no pudo atrapar, a pesar de ser un disparo más que parable. El gol le sentó muy mal al Pucela que no lograba reaccionar al primer arreón celeste.

De hecho, llegó la pausa de hidratación y ni con esas los pucelanos despertaron. Estaban groguis. Los locales siguieron a lo suyo, volvieron a apretar y sin ir ni siquiera al 100%, pusieron tierra de por medio. Borja Iglesias cazaba un rechace de Hein, que salvó como pudo el remate de Iago Aspas, para marcar el segundo gol del partido (2-0). Los de Pezzolano ya estaban pidiendo la hora para irse al descanso porque el Celta tenía en su mano sentenciar el choque. Los de Giraldez no quisieron ni pudieron urgar más en la herida, algo que agradeció sin decirlo un Real Valladolid ridiculizado, de nuevo, lejos de su feudo.

REACCIÓN CON RAÚL MORO COMO ÚNICA ESPERANZA

La renaudación, sorprendentemente, le sentó mejor al Real Valladolid que al Celta. Los tres cambios que introdujo Pezzolano de una tacada revolucionaron el encuentro. Las entradas de Raúl Moro, Iván Sánchez y Víctor Meseguer parecían haber dado alas al equipo, que se metió en el partido nada más empezar la segunda parte. Un buen pase de Amallah al espacio le llegó a las botas de Moro que definió al palo más lejano de Guaita, que pudo hacer algo más (2-1).

Los aficionados desplazados a Balaídos creyeron hasta el final y, además, en las posibilidades que tenían de poder empatar, pese al decepcionante primer acto. El Pucela tenía maniatado al Celta, que no se creía lo que estaba pasando después de haber dominado y controlado los tiempos del encuentro. Con el paso de los minutos, el Real Valladolid se crecía por momentos y estuvo a punto de igualar la contienda. Un disparo de Lucas Rosa se fue desviado por muy poco e, incluso, rozando el palo derecho. 

Tan solo dos minutos después, un gran centro de Moro está cerca de rematarlo Latasa que se chocó contra Guaita en su intento. La expulsión de Mario Martín, concretamente, en este tramo del partido, dio un respiro al Celta que, ya con Douvikas en el terreno de juego, puso tierra de por medio en el descuento (3-1) para acabar ganando un partido que tuvo, otra vez, una doble versión del Pucela insuficiente que debe gestionar si quiere volver a sumar una nueva victoria, esa que no consigue desde la jornada 1 ante el RCD Espanyol.