Del toque militar al sentimiento cofrade: el cambio que marcó un antes y un después en la Semana Santa de Valladolid
Contracciones Orwell
Nueva entrega de 'Palabras contra el olvido', el serial cultural de ÁGREDA
No creo en el teatro comprometido ni en su utilidad práctica para no andarme con rodeos. Sí en su disfrute. Que ya sabemos todos como va a terminar Contracciones de Mike Bartlett, dirigido por Isabel Solá e interpretado por Candela Peña y Pilar Castro lo saben hasta en Marte. En un mundo obsesionado por la hiperproducción y el hiperconsumo uno esté dispuesto a TODO por conservar el puesto de trabajo a nadie le sorprende.
Pero todo tiene un límite. Que la gerente de una empresa (Pilar Castro) te trate como un objeto desechable, en este caso a Emma interpretado de forma correcta, sin más, por Candela Peña y que tú vendas tu alma al diablo y más por conservar el trabajo, pues oye, tú sabrás hasta donde estás dispuesta a llegar.
Emma -Candela Peña- está dispuesta a todo. Todo. Todo su mundo representa una prisión. Y no puede salir. Según avanza la función todo indica que aquello va a descarrilar sin remedio. Pero esto ya lo sabíamos. Ya lo hemos leído por activa, por pasiva y mediopensionista. Llegada la media de hora de la función el aburrimiento y las toses hicieron acto de presencia en el Teatro Calderón de Valladolid.
Entraba y salía Candela Peña del escenario y el único cambio llamativo era el pelo revuelto. Pasaban los días y las entrevistas y ella seguía con la misma ropa de siempre, el mismo tono de siempre y las mismas respuestas de siempre. Y Pilar Castro -la gerente- lo mismo. Las mismas preguntas y todo igual. El teatro es una mentira que permite entender mejor la verdad. Pero en Contracciones la historia tiene poca chispa. Me dediqué el resto de la función a mirar las caras de la gente. Y no ví alegría ni satisfacción por ningún lado. Y eso que el Teatro Calderón estaba lleno hasta la bandera.
El teatro no solo capta y refleja la excitación, la emoción, las dudas que encierra la vida. Incluso, a veces va más allá y te permite durante un rato largo ahuyentar la incertidumbre, alejar el miedo y suplir la pereza de este tiempo veraniego. De la puesta en escena, poco que decir. Muchas luces, un poco de música ruidosa, un tipo que salía en modo astronauta para higienizar la oficina y pare usted de contar. Resumiendo, Contracciones me resultó una perorata de 75 minutos con un discurso más visto que el TBO, redundante hasta el hartazgo que recrea una situación que pasa de trágica a Club de la comedia.