El hombre de 30 años desapareció hace una semana en un hotel de Valladolid, donde se hospedaba ya que trabajaba como guía turístico del Imserso
Uno de los vecinos afectados por la explosión en la calle Goya: "Mantengo la esperanza de volver a mi casa"
Afortunadamente, estuvo aquel día en el pueblo con su madre, la única que sigue viviendo en el barrio
209 días. Esa cifra es la que separa aquel terrible 1 de agosto de 2023 del día de hoy. Una fuga de gas, de manera accidental, como determinó el informe en su momento, fue la causa de la explosión en la calle Goya, 32 que se saldó con una persona fallecida, doce heridos y dos graves. Fue Teresa B., vecina del 1ºC, la que perdió su vida tras el fatídico suceso que no vivió de cerca, afortunadamente, nuestro siguiente protagonista.
Se llama Alberto Solís, un vallisoletano que dio sus primeros pasos en el 2ºE, ubicado a una planta y a pocos metros de distancia del epicentro de la explosión. De hecho, según relata a este medio, su casa es una de las más afectadas porque la onda expansiva golpeó, sobre todo, en el acceso a la vivienda sumado a las consecuencias que, poco a poco, fue dejando el humo que subía procedente del patio interior del edificio.
Por esas razones, Solís afronta con cierta preocupación lo que pueda pasar, ya que Teresa, su madre, es la única de la familia que seguía viviendo en la citada vía. El varón espera que, cuando el seguro ya no se haga cargo de los costes del alquiler donde están reubicados, alguien les eche una mano. "Nuestro piso está muy afectado. Sobre todo, la zona de la entrada a la casa. Tendríamos que reformarla prácticamente entera. Hemos entrado para recoger ropa y enseres que, por fortuna, hemos recuperado", comenta a TRIBUNA.
Solís cogió de la mano a su madre para que durmiera en su casa hasta que la situación mejorara. Fue de las pocas vecinas que, por ello, no necesitó hotel. Sin embargo, en estos momentos, ya está viviendo de alquiler "como la inmensa mayoría de las personas afectadas". En cuanto a los otros casos, el vallisoletano reconoce que "el Ayuntamiento dio acogida en hoteles a los vecinos más necesitados", algo que pone en valor, ya que cree que el Consistorio se ha portado de manera "impecable" con todos ellos.
Ahora bien, lo que Solís busca es que cumpla el Ayuntamiento su "promesa" a partir del 1 de septiembre, o lo que es lo mismo cuando el seguro ya no ponga más dinero para que los vecinos sigan realojados. No obstante, apunta que con el seguro, al menos en su caso, está permanentemente en contacto. "De momento, está cumpliendo lo que tenía estepulado en el año de alquiler", añade. Asimismo, cree que "todavía queda por saber exactamente lo que pasó, de quién es la responsabilidad, y quién tendría que afrontar determinados gastos".
Esa "expectativa" es la que a Solís le hace dudar. De hecho, vive con nervios "los avances y la evolución" del edificio con la esperanza de "volver" a casa en un periodo "corto de tiempo". Esta circunstancia provoca, además, que aún tenga en mente la posibilidad de que las administraciones les ayuden porque si ven que "el periodo de rehabilitación se estanca", adoptarían otro tipo de actitudes sin ser tan "pacientes" como han sido hasta ahora.
UNA PARTE SENTIMENTAL EN LA BALANZA DE LAS DUDAS
Para Solís, prácticamente, siete meses después de la explosión, ya se trata de un problema "sentimental" y no "material". "Hemos vivido aquí desde pequeños con mi hermano. Es decir, toda la vida. Es nuestro barrio, son nuestros vecinos...", confiesa. En este sentido, recuerda que le llamaron cuando sucedió y que, desde el pueblo, fueron a la capital en coche. "Es complicado afrontar lo que pasó porque ves al edificio en llamas y las primeras horas las vives con incertidumbre. De hecho, lo das todo por perdido", revela.
Con el paso del tiempo, como va recuperando "ciertas cosas" de su casa, Solís ya va asimilando lo que es su 'nueva vida', esa que quiere recuperar de alguna manera para que Teresa vuelva a sonreír en la calle Goya, donde ha criado a sus pequeños.
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