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Las lecturas que nadie sacará de la moción de censura

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Terminada la moción de censura, el balance no puede ser más descorazonador. La utilidad de este sistema democrático ha quedado empañada por todo el envoltorio pintoresco que se le ha dado a la figura de Ramón Tamames. La moción estaba condenada al fracaso y el profesor Tamames, que puede ser de todo menos ignorante, sabía perfectamente el papel que jugaba en un show donde lo único que buscaba era dejar un legado de sosiego, sabiduría y clase política.

Tampoco es cuestión de ser condescendientes. Tamames no estuvo brillante en su discurso principal, pero sí destacó en las réplicas, especialmente en el segundo día de la moción cuando cerró su intervención alegando al deseo de que esta experiencia sirva para cambiar ciertas cosas que ya se han normalizado en la política actual. Observando el nivel de unos y otros es inevitable regresar a la nostalgia del pasado, cuando el Congreso de los Diputados recogía un gran poso político, grandes parlamentarios, independientemente de colores e ideologías, capaces de avanzar hacia importantes acuerdos de consenso.

La política española ha tenido dos días de tregua, hasta que amortizado el episodio de Tamames, dimite la directora de la Guardia Civil por la presunta implicación de su marido en un delito de prevaricación. Vuelta a esa "normalidad" ya instalada que esquiva extraer las lecturas adecuadas de nuestra actual situación política tras la moción. En este sentido, no hay unanimidad a la hora de ubicar un ganador determinado de la moción. VOX se lanzó al ruedo porque su protagonismo empezó a caer en picado tras su fracaso en las elecciones andaluzas.

¿Le ha salido bien tirar de un candidato como Tamames que, abiertamente, dice lo que dice? Pues es posible que no porque se ha empeñado en criticar la ausencia de Feijóo en el debate para seguir marcando diferencias con un PP al que va a tener que acudir dentro de semanas si quiere consagrar los pactos y las sumas que seguramente otorgue el resultado de las urnas en no pocos municipios de diferentes territorios.

Fue una delicia escuchar al Tamames fresco de la segunda jornada cuando se refirió, uno a uno, a todos los portavoces parlamentarios. Esa sería una lección para que 'rufianes, estébanes', etc., tomaran nota de lo que realmente significa tener sentido de Estado y pretender aportar algo para cambiar las cosas. Los gritos de Patxi López, envuelto en aspavientos incontrolados, recibieron una sosegada respuesta de un profesor que dio una lección magistral de sentido común. Pero la moción tenía otros escenarios, como la puesta en escena de Yolanda Díaz, que eclipsó hasta un propio PSOE sin diana para disparar. El PP se borró inteligentemente apelando a la abstención y Abascal anduvo perdido en un terreno de nadie al que también camina VOX.

Entre medias, la premier de presentación oficial de la vicepresidenta tercera como futura candidata de eso que llaman 'Sumar' y que ahora amenaza hasta a sus compañeros y compañeras de Unidas Podemos. Entre ellos, la guerra ha comenzado. Para el resto, la vida sigue después de una moción sin emoción que muy pocos han sabido interpretar.

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