23/11/2024
Como cualquier niño nacido en la década de los noventa, he dedicado más horas de las recomendadas a viajar delante de una televisión, consumiendo decenas de series y películas que me permitieron fantasear con la moda mucho antes de saber si quiera qué era eso de la moda.
Recuerdo una serie en especial que me gustaba ver mientras merendaba cuando llegaba del colegio por las tardes: se trataba de unos dibujos animados de unas hadas adolescentes que iban a un internado donde les enseñaban a usar sus poderes, se llamaba 'Winx Club'.
Hace algo más de un año Netflix se acordó de aquel fenómeno que nos hizo jugar con la magia durante años en el patio de las escuelas y lanzó un 'live action' de las Winx que tenía absolutamente todo lo que los fans nostálgicos deseábamos, bueno, o casi todo. Faltaba la moda.
La serie original de las Winx estaba plagada de fantasía y brilli brilli. Eran adolescentes viviendo en un mundo mágico y vistiendo prendas de ropa que iban mucho más allá de ser una caricatura y que traspasaban la pantalla con un estilo muy característico que se acercaba a las pasarelas italianas.
Después de terminar la primera temporada de 'Fate: la saga Winx', y aprovechando que acaban de lanzar la segunda en Netflix, me confieso profundamente decepcionado con la serie. El principal motivo de mi cabreo es lo poco que se ha exprimido el terreno del vestuario con el potencial que tenía.
La serie de 2004 estaba cargada de outfits explosivos con plataformas, pantalones de tiro bajo, glitter, crop tops y color block, mientras que la nueva versión está teñida de un tono más maduro y oscuro que puede funcionar en su trama para la adaptación pero que sin duda nos deja con un mal sabor de boca en lo que se refiere a escenarios y vestuario.
Esta noche no podía dormir y he estado fantaseando con lo que yo mismo hubiese sido capaz de lograr con el diseño de vestuario de esa serie. Hay una colección de Versace del año 2015, inspirada en las hadas con conjuntos monocromáticos que hubiesen funcionado geniales para imitar la transformación de los personajes protagonistas.
Lo mejor de esa pasarela son los zapatos: botas y sandalias de plataforma en colores pastel que hubiesen encajado a la perfección con el estilo de las Winx.
También me he acordado de la colección Primavera-Verano del 2015 de María Escoté que podría haber funcionado. Sobre todo en lo referente al tema de complementos.
En líneas generales otra fuente de inspiración perfecta podría haber sido el grupo Destiny's Child. Esos cinturones con pedrería, los tops florales, el brillo, las mini faldas. No me digáis no que os imagináis a Flora con uno de esos looks.
También me ha decepcionado el trabajo de los estilistas. Me había imaginado a las Winx con maxi melenas larguísimas o tintes de colores fantasía. Pensad lo que sería haber hecho algo parecido a los make-up de la producción de HBO 'Euphoria'.
En varias ocasiones, la famosa y polémica marca de lencería Victoria's Secret les ha puesto a sus ángeles alas de hada. Personalmente, considero que hubiese sido una pasada ver a las hadas televisivas con algunas de estas.
Para Layla/Aisha hubiese cuadrado muy bien el street style de Kim Kardashian vistiendo de Yeezy, la marca de Kaney West. Y sería mítico ver a Stella o a Bloom calzar las sandalias Flame Heels de Prada de 2018 en color naranja.
Desde que me enteré que el remake de la serie estaba en marcha soñé con verle a Flora el top-mariposa de Mariah Carey. Pero me temo que algunos sueños no se hacen realidad y tendré que quedarme con las ganas de lo que podría haber sido una adaptación increíble y lo que ha terminado limitándose a una serie más de la plataforma.
¿Seguiré viendo las temporadas de la nueva entrega? Evidentemente, sí. Como joven enganchado a las pantallas no puedo evitar tragarme cada capítulo de esa serie para poder seguir criticando los detalles que no me cuadran y desentonan con mi serie favorita de la infancia.