Crónicas marcianas

Diego Jalón nos deja, como cada viernes, su artículo de opinión

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Crónicas marcianas
Yolanda Díaz y Pedro Sánchez
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.

Si algo hemos empezado a entender estos días, y eso que casi todo lo que ocurre en la política española resulta bastante marciano, es por qué las camaradas de Unidas Podemos piensan que detrás de todo hombre hay un violador. Como diría Yolanda, "me lo han enseñado en mi casa". Y es que dos de los tres fundadores de aquello están ya implicados en repugnantes asuntos de acoso sexual. Al parecer, a los tres profesores de políticas se les debió ocurrir un día que, como no se les daba bien lo de cantar, lo mejor que podían hacer era montar un partido político para tocar y ponerse morados.

Decía en 2020 Monedero, quizá en un exceso de sinceridad o traicionado por el subconsciente, que "todavía hay gente que no entiende qué es Podemos. Todavía no han entendido que es compromiso y mucho cariño. Vamos, una fábrica de amor". Ya sé que confunde el amor con el sobeteo baboso y no ha interiorizado eso de que "sólo sí es sí". Pero tampoco es muy sorprendente en alguien que llama democracia a Venezuela y pone a Maduro como ejemplo de un líder que se desvive por su pueblo.

Lo que sí es sorprendente es que mientras los que presumían del puño en alto andaban con la mano baja y suelta, sus camaradas Yolanda, Mónica y madre, Irene, Ione y Pam estaban más preocupadas de encubrirlos y de proteger el chanchullo que las elevó de la nada al Gobierno que de practicar el "hermana yo sí te creo". Una sororidad muy suigéneris por lo que vamos sabiendo de todos esos "protocolos" de los que tanto hablan y que tan poco aplicaban.

Entre estos y el número dos de Pedro Sánchez que elegía a "su sobrina" por catálogo, por no hablar de los de los ERE o del Tito Berni, no está la izquierda para dar muchas lecciones de feminismo ahora que se acerca el 8 de marzo. Pero es que en realidad pocas ideologías han sido tan machistas como el comunismo. Y pocas han provocado mayores desastres medioambientales, como Chernóbil o el Mar de Aral. Pero entre los cascotes de su ruina y su colapso encontraron estas dos banderitas y andan ahora agitándolas para seguir viviendo del momio. Dime que qué presumes...

Pero bueno, todo esto son minucias, porque el verdadero problema mundial es que un periodista le haya dicho, "sin rubor" a Yolanda que "cada día estás más guapa", que ya hay que tener mala leche. Hay que centrarse en lo importante y dejarse de cosas triviales. Y así lo ha hecho Yolanda, denunciando en una entrevista radiofónica con inmenso coraje, a punto de romperse de dolor, tan terrible suceso. Eso sí, sin dar nombres no vaya a ser que... Yolanda sufre y se quedó "pegada". Es normal.

A la pobre la frase no dejará de darle vueltas en la cabeza ¿Qué habrá querido decir? ¿Que antes estaba menos guapa para intentar deprimirme? ¿Querría acaso presionarme con los estándares de belleza del heteropatriarcado que tan poco me preocupan? ¿Será tal vez una amenaza tipo es que con esa melena rubia vas provocando y no te extrañe si me marco un Errejón un día de estos? Una presión insoportable para una vicepresidenta que tanto cariño reparte y que no dudó en decirle a Garamendi "¡pero que guapo estás!", seguramente para intentar arrancarle algún nuevo derecho histórico para los trabajadores. Y trabajadoras.

Mientras andaba Yolanda en este sinvivir, nos explicaba con gran alegría Pilar qué bueno sería que el Gobierno asumiese parte de la deuda de los hipotecados. Claro que la portavoz, aunque es por lo visto ministra de Educación, no debió de ir a clase cuando explicaron que el dinero del Gobierno es de los ciudadanos y lo pagan con sus impuestos. Así que no sería el Gobierno el que asumiese ninguna deuda, sino el resto de los españoles, esos que no tienen hipotecas o que ya las han pagado.
Nos tienen ahora muy entretenidos con este trile de coger la deudita de un cubilete y meterla debajo de otro para que por ejemplo los castellanos y los leoneses paguen con sus impuestos parte de lo que Junqueras y Puigdemont se gastaron en embajadas, referéndums y esteladas.

O de lo que 40 años de gobiernos socialistas derrocharon en Andalucía en subsidios, enchufes, paguitas, cocaína y clubes de alterne. Lo curioso es que el tocomocho lo han pergeñado entre Junqueras y Montero, que fueron precisamente consejeros de economía de esas comunidades a las que ahora el resto vamos a pagarles la deuda. ¿No te resulta marciano Marisú? Bueno, tan marciano como lo de este fiscal general al que según Sánchez teníamos que pedir perdón porque estuvo muy espabilado a la hora de borrar sus mensajes y sus correos y deshacerse de sus móviles. No parece algo que enseñen en la escuela de fiscales, vamos que ha debido aprenderlo en casa, como Yolanda. Que dice el Supremo que es una evidencia que ha hecho desaparecer pruebas y que hay indicios suficientes para atribuirle la filtración de los documentos confidenciales del novio de Ayuso… Bueno, pues ya vendrá Sánchez a pedirnos por favor que elevemos el debate político.

Y tiene razón, hay que elevar el debate político. Hasta el cielo o hasta Marte si hace falta. No estaría mal hacerlo por ejemplo con la Dana. Que Mazón es un cadáver lo sabe todo el mundo menos él. Y que su permanencia en el Gobierno sólo sirve ya para alimentar el ruido y la frivolidad parece también evidente. Con sus contradicciones sobre dónde estuvo o a qué hora llegó al CECOPI nos estamos distrayendo en un debate absolutamente intrascendente. Porque la alerta esa de la que llevamos meses hablando se refería a la rotura de una presa que nunca se llegó a romper y de poco habría servido enviarla antes o después.
Y de lo que no hablamos es del barranco del Poyo, al que el Gobierno y la confederación del Júcar nunca prestaron atención. Ni el día de la crecida, ni en los años anteriores cuando una ley de la Huerta impidió realizar unas obras hidráulicas que todos los ingenieros consideraban indispensables para evitar una catástrofe anunciada, prevista, y que se había repetido varias veces en los siglos pasados. Seguimos elucubrando sobre un mensaje de alerta que podría haber salvado vidas, pero el mensaje pedía a los ciudadanos que se quedaran en sus casas.

El problema es que allí estaba la gente, en sus casas. Y allí murió. Sabíamos hace años que esta catástrofe se iba a producir y pudimos evitarlo. Y lo peor es que volverá a ocurrir y estaremos en las mismas, dedicados, como Sardá, a las crónicas marcianas.