Se celebrará en la sala LAVA los días 8 y 9 de abril y vestirá a Valladolid de tendencias y color
El hombre que siempre estuvo allí
Llevo leyendo las Obras Completas de José Jiménez Lozano (Langa, Ávila,1930- Valladolid 2020) editadas bellamente por la Fundación Jorge Guillén desde que comenzó el año y no me canso de leerle. El espíritu de los libros vive en Jiménez Lozano. Como todos los escritores verdaderos, era un hombre humilde, pero en absoluto ingenuo. Uno de los escritores españoles que conocía como pocos la tradición que va de los griegos hasta nuestros días.
Para un hombre crecido en el mundo rural, le parecían más importantes los árboles que los libros, en esto se parecía a Bernardo de Claraval que cita tanto en sus escritos. El campo, dice, ofrece ese regazo, esta protección, esta distancia, esta muralla de cristal- sin la cual yo no podría vivir- que matiza el rumor o el fragor de los acontecimientos y las luchas diarias.
A Jiménez Lozano, es un placer leerle. Descubre la belleza en una puerta, en una sombra, en el vuelo de un pájaro, en un poema… en la vida. Oírle contar de viva voz el nacimiento de sus libros, o lo que en ellas había tratado de expresar, era una experiencia única. Él era un hombre natural y pocas veces se puede ver en su inmensa sabiduría un átomo de vanidad o de presunción. Nunca perdió de vista lo que significa ser escritor.
Leer los 'Tres cuadernos rojos' es pura delicia. Admira a mucha gente, pero a Chagall le tiene en un altar por sus ambientes feéricos, su rica mitología hasídica de cuentos y parábolas, en las que Dios comparte, de manera sobrehumana, claro está, la azarosa suerte de sus criaturas. También es "un pequeño pariente" de Wittgenstein, Kierkegaard, Pascal, San Agustín, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Pasolini, Visconti, Rembrandt, Kafka, Thomas Mann, Mahler, Unamuno, Dostoievski, Velázquez, Bernanos, Simone Weill…
La alegría, nos cuenta en 'Tres cuadernos rojos', no es el placer, ni las distracciones, ni las diversiones, ni las satisfacciones de los sentidos o los trastornos producidos por la vanidad: la alegría nace de uno mismo, no viene de fuera, ni está motivada por razones externas a uno mismo.
José Jiménez Lozano, como bien escribe Gabriel Albiac en el prólogo de sus Obras completas, ve pasar los días en la biblioteca que da a su jardín y ve la verdad de las cosas a través de los libros que son candela que hace nacer el mundo, en su mirada, bajo una luz nueva.
Vivimos en un mundo frenético. Necesitamos saber todo inmediatamente, si no sufrimos. Para evitar estos sobresaltos no conozco mejor manera que abrir un libro de Jiménez Lozano y abstraerte del mundanal ruido.