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La llamada de Trump

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La llamada de Trump
Guillermo Delgado
Guillermo Delgado
Lectura estimada: 3 min.

Ni estoy en edad ni me apetece ya perder a más amigos. Pero hay actitudes que duelen.

Ninguno de ellos pone en duda que José María Escrivá de Balaguer, como declaró en sus memorias, recibió un día la llamada Dios y le animó a crear el Opus Dei. Hasta ahí todo correcto, ni un atisbo de sonrisa ni de duda.

Y les digo el viernes tomando unos vinos después del trabajo, que el jueves de noche recibí la llamada de Donald Trump y que creo que debo de cambiar de vida y de conducta: las carcajadas se escuchaban por toda la zona de la Catedral.

Y me puse serio y me enfadé. Es mejor creer a un hombre, al que no le conocen de nada y que dice que se le aparece Dios y le da un mandato, que a un amigo desde los 18 años y que nunca les ha fallado y compartido siempre con ellos mis proyectos y mis ilusiones.

En el siguiente bar, les volví a decir que yo estaba a punto de dormir y me levanté a apagar el flexo que me ilumina mis últimos minutos de lectura y comprobé que el aparato estaba apagado, pero la luz seguía alumbrando una parte de la habitación.

El destello de la luz era cada vez más intenso, por momentos cegador. Y en un instante que nunca ya mis ojos volverán a olvidar, se me apareció él.

Me da igual lo que piensen mis amigos, pero el tupé, esa gorra, la corbata roja y la marca de la bala en la oreja solo podían ser suyas. Además, yo el jueves no había salido de casa en toda la tarde y había cenado un puré de verduras y un yogurt. Y fumado dos cigarros viendo el futbol. Y luego me puse a leer veinte minutos y no hice nada extraño.

La imagen es mucho más grande al natural de lo que aparenta en televisión, se acercó hacia mí…y me llamó: " William ( Guillermo en inglés )".

Lo que me dijo ya me lo reservo para mí, si mis amigos de tantos años no me creen, cómo voy a considerar que unos lectores que me conocen de cuatro líneas tomen en consideración esa aparición.

En la distancia corta, abruma por el tamaño y tiene la piel de color rosa, aunque también puede ser que la luz del flexo lo distorsione todo.

Todo lo que me iba diciendo, yo que no sé muy bien inglés, lo iba trasladando al móvil a esa aplicación que te busca las frases en otro idioma y las transforma al tuyo.

¡Vaya pedrada tiene el hombre!

Hablamos de cosas del mundo, los negocios, aranceles, guerras, deporte, hasta del Opus Dei... es un personaje distinto, extraño. Antes de despedirse le pedí que me hiciera una petición para nuestra ciudad.

Se acercó a mi mejilla derecha y muy lento me dijo: "Si constructores de tu ciudad me ayudan a levantar el Resort de lujo que quiero edificar en Gaza, me comprometo que en tres semanas tenéis habilitado el ansiado SOTERRAMIENTO".
Y así se lo cuento, lectores, yo el jueves por la noche recibí LA LLAMADA DE TRUMP

Dedicado a Ágreda...

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