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Cinco años de covid: De "tsunami" imposible de frenar a un virus respiratorio más

El estallido de la pandemia y aquella primera ola que arrasó con todo, en enero de 2020, "nos pilló, en general, desarmados a todos"

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Cinco años de covid: De "tsunami" imposible de frenar a un virus respiratorio más
Mascarillas, indispensables durante la pandemia.
Adaya González
Lectura estimada: 4 min.
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Aquello fue un "verdadero monstruo, invasivo y peligroso", un "tsunami" imposible de frenar: el coronavirus, que arrasó en su gigantesca primera ola con todo lo que se le puso por delante, es ahora una infección respiratoria más que "está bajo mínimos", pero que cuando llegó fue para quedarse.

El 31 de enero de 2020 España confirmó en un turista alemán de La Gomera la presencia de un nuevo tipo de virus de la familia Coronaviridae, el SARS-CoV-2, del que había informado justo un mes antes la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de la ciudad china de Wuhan, relata EFE. 

Todo lo que vino después suena a ciencia ficción: casos, sospechas, contactos estrechos, curva, pico, mascarilla y gel hidroalcohólico, antígenos, PCRs, ARN mensajero, variantes, inmunidad de rebaño, rastreadores, confinamiento, estado de alarma, la desescalada, los paseos, los convivientes, los toques de queda, las restricciones, los brotes y rebrotes, la nueva normalidad... Términos científicos y políticos para el ciudadano de a pie que monopolizaron la vida diaria.

El director general de Salud Pública y Equidad en Salud, Pedro Gullón; el coordinador del Servicio de Urgencias del Hospital del Henares y miembro del Grupo de Infecciones de Semes (INFURG), Martín Ruiz Grinspan, y el médico de Familia y portavoz de SEMG Lorenzo Armenteros repasan con EFE el estallido de una pandemia anunciada y esperada. Lo que sorprendió fue el bicho que la desató.

Todos los países estaban "desarmados"

"Nos pilló, en general, desarmados a todos. Había protocolos y avances en preparación y respuesta a la gripe porque es el que tenía todas las papeletas de desencadenar una pandemia", rememora Gullón, por entonces profesor e investigador del área de Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de Alcalá.

Desde ese lado, recibían "con mucho miedo" la información parcial que les llegaba. Nadie tenía estructuras para afrontar aquel nuevo agente que se expandió con una rapidez vertiginosa ni se podía saber "cómo podía continuar ni lo que podía pasar cuando la curva descendiese".

Gullón colaboró con servicios de salud pública como el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) y el Departamento de Salud de Navarra, entre otros. Con la perspectiva que da el tiempo, opina que quizá se podría haber mitigado el impacto de la primera ola, "pero nadie la podía haber parado".

La desescalada fue un "punto de no retorno" en el "espectacular" ambiente de colaboración que hubo en los primeros meses de coronavirus, que también han grabado en su memoria los aplausos de las 8 y las calles vacías.

Ahora "está siendo muy anecdótico", pero al fin y al cabo es un actor nuevo en el tablero de las infecciones respiratorias sin un patrón de comportamiento uniforme que ha llegado "para quedarse" y por eso hay que vigilarlo.

Si estaba en Italia, estaba aquí

"Estábamos en pleno invierno como ahora, con las infecciones respiratorias en auge pero funcionando con normalidad", relata a EFE Ruiz Grinspan. Sí que había sensación de muchos casos y se presumía que quizá podía ser por aquel virus de China que traían las noticias, pero claro, no había test para averiguarlo.

"Todo se precipitó de repente" cuando la cosa empeoró en Italia a mediados de febrero: "si ya estaba allí, estaba claro que estaba en todas partes, y si no lo estaba, iba a estar en muy poquito tiempo". El primer caso llegó a su hospital el 4 de marzo y, a partir de ahí, "fue como un tsunami. Es la descripción".

Salvo algún problema puntual al principio, no les faltó el material de protección; en estos centros, a la nueva enfermedad la tuvieron que ir conociendo sobre la marcha y aplicar la experiencia adquirida de otras crisis como el ébola o la fiebre hemorrágica de Crimea Congo.

De dos ucis, su hospital pasó a 32, instalaron controles de Enfermería en distintos espacios para segregar a los pacientes que necesitaban ingreso, estudiaron a fondo la ventilación del centro. Todos a una, de administrativos, celadores y personal de limpieza a auxiliares, enfermeras y médicos.

Covid este invierno "hay poquísimo" y "está bajo mínimos" gracias a la vacuna y la inmunidad adquirida. Pero el urgenciólogo pide "estar preparados, porque está claro que la próxima está el caer, será 1 año, serán 5, serán 10, pero que vendrá otra eso nadie lo duda".

El "absoluto abandono" de Atención Primaria

Donde faltó de todo fue en Atención Primaria, y eso que allí se asistió al 90 % de los pacientes de aquel "verdadero monstruo, invasivo, peligroso y contagioso" que fue el coronavirus. "Estuvimos totalmente abandonados y olvidados. Nos tuvimos que buscar la vida, lo poco que había se iba para los hospitales", rememora, "con la piel de gallina", Armenteros.

De improvisarse pantallas con armazones de impresoras a fabricarse los trajes de protección con bolsas de basura. El suyo en concreto se lo confeccionaron unas vecinas de Lugo.

Con esas armas, que a veces se les recriminó que usaran porque infundían "miedo" a los pacientes, tenían que atender en consulta o hacer la vigilancia en domicilios donde se confinaban grupos enteros de contagiados. "Se minimizaba por parte de la autoridad sanitaria y se nos intentaba ocultar. Lo vivimos con muchísimo temor e incertidumbre".

"La primera ola es para olvidarla", prosigue. Quienes no la olvidan son los 4 millones de personas que viven hoy con covid persistente.

Uno de los recuerdos que más desazón le genera, además de los compañeros que murieron "solos y abandonados", son los pacientes que, atemorizados, no querían ir al hospital pese a requerirlo. "Eran una preocupación inmensa".

La ola que sí le gusta mencionar es la de la inmensa solidaridad del conjunto de la ciudadanía, aunque ahora aquellos aplausos se hayan convertido en muchas críticas. "Creíamos que éramos la mejor sanidad del mundo, y si algo nos hizo ver aquello es que no lo éramos", concluye.