El artículo de opinión, como cada lunes, de Guillermo Delgado
Un exvoto a la Virgen de la Peña de Tordesillas
Me dice un amigo que debería espaciar un poco más las pequeñas historias del pueblo que cuento en TRIBUNA para que cuantos deseen las conozcan, recuerden u opinen.
No quisiera contar más que el Tostado en un alarde exagerado de situaciones y momentos, aunque como creo que siempre es bueno traer a colación las cosas de nuestro pueblo más que nada porque no se olviden y porque las generaciones jóvenes conozcan las cosas del lugar en donde viven o han nacido, sigo con estas pequeñeces que dan la medida de la historia de las gentes del pueblo.
Hoy os enseño una fotografía en la que se recoge un exvoto de mujer que era ni más ni menos que la ofrenda que se entregaba en las ermitas por parte de quien había prometido el mismo ante un favor celestial, una curación, un arreglo, una compostura en la vida de las personas, etc. En este caso es una coleta o mata de pelo que se lo ofrece a la Virgen de la Peña en recuerdo de "Toribia González Sánchez, natural de Ampudia, provincia de Palencia. Año 1915".
Cuando se reformó la ermita de Nuestra Señora de la Peña y la otra fotografía, recoge el momento del traslado de la venerada imagen de la Peña hasta que concluyeron las obras en su Santuario, todos los exvotos desaparecieron, tal vez en un afán simple de limpieza y no sé a dónde irían pese a las pesquisas y averiguaciones realizadas para localizarlos.
Recuerdo que allí se agrupaban muchos de ellos en sus paredes, hasta una pluma estilográfica con la que se escribió una página memorable para la vida de un reconocido tordesillano.
En otra de las ermitas, la de las Angustias, había también exvotos de personas beneficiadas en su oración a lo Alto, como el gorro castrense del coronel de la guardia civil Gutler Maroto, atravesado por una bala en la guerra de África que le marcó la raya del pelo en su cabeza, sin que le causara la más mínima lesión. Agradecido, el donante entregó su ros que podía ser visto metido en una urna de cristal allí mismo en el recinto de las Angustias junto a otra multitud de exvotos que llenaban sus paredes. Este hombre llegó a entregar también una concha de molusco gigante filipino que hoy día sirven de pila de agua bendita en la Iglesia de Santa María, el único recuerdo de todo aquel volumen de objetos "desaparecidos".
Algo muy parecido puede verse en la ermita de Tiedra Vieja, localidad cercana a Tordesillas, como entrega de objetos queridos que se colocaban en las paredes de las ermitas como recuerdo agradecido e imperecedero de la gente sencilla del pueblo, agradecida a lo alto por el favor divino. Y aquí hasta incluso subastan entre los postores la imagen de Nuestra Señora de Tiedra vieja.
Cosas de la religiosidad popular que tienen a la Patrona de la Villa y Tierra de Tordesillas y de otros pueblos como ejemplo y centro de oraciones y peticiones sinceras ante las dificultades y peligros, pues saben que, cobijados bajo su manto, nunca les falla.