El entrenador David y el jugador Alejandro comparten casa y vestuario en el Atlético Valladolid, el Club de sus vidas
"Es la primera vez que nos juntan para una entrevista en Asobal", le dijo el hijo al padre. Este último sonrió ante la aprobación con el gesto del que escribe. A partir de ahí, todo lo que no fuera reírse durante la charla era, incluso, extraño por la cantidad de vivencias compartidas y miradas cómplices entre, por un lado, padre y entrenador del Atlético Valladolid, David Pisonero; y, por otro, hijo y jugador, Alejandro Pisonero.
Ambos se enfrentan este sábado, a partir de las 19.00 horas, al FC Barcelona, rival que no ganan desde que David se vestía de corto, como hace 'su' Alejandro cada día para entrenar en el polideportivo Huerta del Rey. Los gladiadores azules han empezado la competición con buen pie. De hecho, en casa aún no han perdido, algo que debería servir como ejemplo en otros deportes porque los objetivos parten, en realidad, de hacerse fuertes en casa y ante los tuyos.
"El balance de este inicio de liga es positivo. Esperábamos una transición más larga por los cambios tanto ofensivos como defensivos que tuvimos. Creíamos, incluso, que íbamos a estar en un nivel inferior porque se van haciendo las cosas con los pasos que vamos dando. De hecho, estamos muy contentos ante este contexto clasificatorio", explica David.
Para Alejandro, la clave ha estado en la respuesta del bloque, ya que "las sensaciones eran muy buenas desde el principio". "La transición podría ser más larga, pero confiábamos mucho en nosotros mismos. Somos ambiciosos y, quizás, esperábamos otra cosa...", reconoce un Alejandro que es consciente de la "oportunidad" que tienen esta temporada de "hacer cosas bonitas".
En este sentido, al no ser la misma plantilla "evidentemente" del año pasado y ante un "listón" tan alto, el técnico explica que le ha sorprendido el "nivel de cohesión" que ha visto en el equipo "en el ámbito defensivo". "El de este año ha sido un cambio... no tan radical como se esperaba. El 70% de la plantilla es continuista", reitera. Alejandro, por su parte, asegura que, desde el vestuario, siempre han sido "realistas" porque han tenido en cuenta que ya no iban a contar con jugadores que desempeñaron, hace un año, "un rol muy importante".
Según David, sea la plantilla que sea, el objetivo debe ser siempre "sacar el jugo máximo" de cada uno: "Es cierto que no es sencillo conseguirlo porque siempre tienes la duda de si se puede rendir mejor". No obstante, asegura que el equipo no tiene "techo" o, al menos, desconoce cuál es: "No lo sabemos. Nosotros queremos crecer más. No podemos exigirnos cada año quedar como el anterior porque cada temporada es diferente. Sería muy injusto tomar esa decisión o adoptar esa postura. Iremos hasta donde lleguemos o hasta donde podamos".
Alejandro sostiene que, gracias a esa visión de su padre, los jugadores "plantean la liga semana a semana" porque "se puede competir en cada partido": "No podemos pensar en el final de liga con lo que queda porque sería surrealista hacerlo. Los partidos están muy igualados". De hecho, han marcado en rojo el encuentro ante el FC Barcelona porque la diferencia está en saber cómo afrontarlo. "No hay mejor termómetro posible que jugar contra el Barcelona. Si lo que pruebas funciona, sabes que te va a funcionar en la mayoría de los partidos", detalla también David.
Para David, entrenar a su hijo "no es algo normal, pero es algo común". De hecho, cree que en el balonmano "hay bastantes sagas de jugadores y entrenadores que están en activo en el campo". Aun así, piensa que el "papel díficil" lo tiene Alejandro, ya que le toca "convivir con una plantilla que depende de la dirección de su padre". "Tengo que gestionarlo de forma distinta tanto para bien como para mal", añade su hijo al respecto.
Gracias a que el entrenador "sabe distanciar muy bien lo familiar y lo deportivo", no se le hace cuesta arriba poder seguir las indicaciones que le hace su padre tanto dentro como fuera de la pista: "Hablamos mucho de balonmano, pero no nos llevamos el partido a casa. Tenemos una relación muy natural y buscamos mucho las expectativas. En el día a día no solemos hablar de ello. Tratamos de hablar más de lo deportivo en el campo y discutimos, claro, faltaría más...".
Aun así, David no lamenta que le critiquen por entrenar a su hijo porque está expuesto a ello: "Asumo las críticas. No le puedo gustar a todo el mundo. Hay gente que no le gusta mucho cómo entreno y luego hay gente también que me dice lo maravilloso que soy". Por esa razón, admite que, con Alejandro, "tiene una relación que le llega mucho más de lo personal que de lo deportivo". Alejandro, en este sentido, no quiere pensar en las críticas porque es consciente que su padre "trata de sacar" lo mejor de él, "como hace con cualquier otro jugador": "Sabemos que en el deporte las cosas todo puede cambiar muy rápido. Intentamos no darle mucha importancia a lo que pueda pasar. Solo buscamos aprender y divertirnos juntos porque no todas las personas cuentan con esta oportunidad".
Es más, son tan cercanos que David no dudó ni un solo segundo en exponer a Alejandro la oferta que le había llegado para dirigir a la selección de Israel. "Comentamos la situación. Era una oportunidad muy grande para él y así se lo dije. Sé que en lo extradeportivo puede generar alguna polémica, pero en lo deportivo no podría decir que no a esa llamada. Le apoyo en su decisión", apunta Alejandro. Además, David reflexiona sobre lo sucedido haciendo hincapié en que era "una buena forma de compaginar ser entrenador del Club con ser seleccionador de un conjunto superior a nivel internacional". "Si te soy sincero... me estoy adaptando bien. A las cosas hay que tratarlas con naturalidad y a las mismas hay que darlas esa cotidianeidad. Era muy difícil decir que no".
Esa misma respuesta sabe que, en un futuro y no muy lejano, la tendrá que dar Alejandro, que ya ha tenido ofertas para salir del Club: "Hay cosas que le ofrecen y ya las valora. El jugador español cada vez está más cotizado y sale antes del país. Dentro de esta generación maravillosa que tienen (en la selección española), hay piezas que van a empezar a volar. Es lo normal", concluye un David que aprovecha la ocasión para decir a Alejandro lo orgulloso que está de él, algo que hace aún más grande la relación de ambos y al Atlético Valladolid, el Club que les vio, ve y verá crecer.
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