Llega Caprichos al Teatro Calderón de Valladolid de la mano del bailaor y coreógrafo Javier Barón, uno de los "referentes" del baile flamenco masculino de la actualidad. Una pieza, "dice" el programa inspirado en la colección homónima de grabados del pintor Francisco de Goya. Cuenta con la bailaora invitada, Rosario Toledo, como protagonista y participe en la coreografía de la pieza.
Pase, siéntense y disfrute... si puede. Las exageraciones siempre han formado parte del flamenco. Pero en estos tiempos de desinformación ya se pasan de la raya. "Festín flamenco, el empaque marida con el humor, la maestría se enreda con el delirio, rabiosamente contemporánea, creatividad inquieta, el 'cante sabio' de Antonio Campos, uno de esos instantes irrepetibles en los que el público podrá disfrutar de la confluencia del talento y el genio de distintos creadores en una misma cita escénica...".
Sabemos que las ballenas, como hacían los humanos desde antes de que pudieran hablar, trasmiten su cultura a las generaciones venideras siguientes a través de sus cantos. Me temo que el cante flamenco actual va a rebatir esta norma. Abre el espectáculo de Caprichos el cante, bueno de cante, poco, mejor se podría decir el grito y no precisamente de Edvard Munch, si no el de Antonio Campos.
Pero desde cuándo el canto flamenco ha derivado en este grito perpetuo que atrona la sala y remueve las entrañas. ¿Desde cuándo, Dios mío? Viene uno escuchando a Carmen Linares en el coche "para ir calentando" y da gusto oírla sin necesidad de pegar un grito. Ya se le empieza a poner mal el ojo a la yegua al minuto de comenzar Caprichos.
Menos mal que la "patria de su alma" que para uno es el flamenco la tiene bien resguardada. Y a partir del primer minuto empezó la catástrofe. El desenlace desafortunado de Caprichos me duró veinte minutos exactos. Necesitaba urgentemente respirar el aire de la calle, me daba igual si estaba contaminado o no, mejor que estar allí sentado viendo y escuchando eso, cualquier cosa.
Esa especie de revelación que tuve cuando pasaron veinte minutos y tomé conciencia de que todos esos esos adjetivos que había leído en diferentes programas no se correspondían para nada con lo que pasaba en la tablas, que en absoluto se iba a producir esa especie de catarsis que anunciaban por tierra mar y aire los publicistas de Caprichos, que no saldría purificado y al revés, que aquello se estaba convirtiendo en un auténtico sufrimiento, en ese momento de iluminación me levanté de la butaca de forma silenciosa, pidiendo algo de sentido, algo verdadero que no se halle entre los restos de este grito-flamenco que no me gusta, y respiré!
El premio llega justo antes del estreno en cines de este largometraje que será el próximo 20 de diciembre
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