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El Gran Prix en el LAVA

El Gran Prix en el LAVA
Campaña
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

Llegó la Companyia Solitària y TNC al LAVA con Mal de Coraçon y convirtió la Sala Concha Velasco en un plató de televisión de tercera categoría, en la que solo faltó soltar una vaquilla para poner la guinda a la "mamarrachada" que me tocó sufrir durante más de hora y media.  Porque hubo de todo, desde karaoke hasta reparto de croquetas en calzoncillos.

¡Que disparate, que despropósito, Virgen Santa! ¡A ver quién para esta racha!

Utilizar la figura de Santa Teresa de Jesús de esa forma tan torticera, mezquina y superficial tiene delito. ¡Que injusticia tan grande! Este teatro Thermomix que hacen Júlia Barceló, Pol López y Pau Viñals, -onírico, performativo y humor: ¡Paparruchas! -  ya no se lleva ni en los mangos de los paraguas. Está, como diría un profesor mío, periclitado.

¿Por qué se sigue programando esto?  Estamos en el año 2024, pero algunas veces tiene uno la impresión de que está en una especie de Outlet teatral, donde todo se programa al por mayor, da igual que no se lo coma ni Magú, total, el público va a aplaudir de todas las formas.  ¿ Es el público también cómplice de este asunto?  Pero todo tiene un límite y el que no se quiera dar cuenta…

Que les puedo decir de Mal de Coraçon, pues que es de las peores obras que he visto en el LAVA en los últimos años y ya es decir. Uno echa de menos que "el laboratorio" haga mención a la palabra, porque más que un laboratorio se está convirtiendo en un cuarto trastero, con obras pasadas de moda que no dicen nada y que aburren hasta el cabreo.

Es tal el disparate que estoy viendo esta noche, con palabrotas, canticos, gritos, mezclando churras y merinas, hasta sale a relucir el diluvio universal, entrelazado todo con los versos de Santa Teresa de Jesús: Nada de turbe, nada te espante todo se pasa, en catalán y español.

Todo se pasa menos el sopor. Y claro que me turba estar escuchando y viendo a unos actores y a una actriz con mucho potencial que están dilapidando horas de trabajo y estudio con una obra y una dirección nefastas que no tienen ni pies ni cabeza.

Es difícil poner en palabras la hora y media de padecimiento teatral. Tener que soportar a unos actores que hacen de borrachos mientras beben agua del grifo. Como siga así la cosa va a tener que ir uno al LAVA con su abogado o su terapeuta. El final del espectáculo rozó lo vergonzoso. Solo faltó cantar 'Asturias patria querida', que sonara el himno de la Champions, soltar una vaquilla y que una pareja de la Benemérita arrestase a los que estaban aplaudiendo. ¿Y cuánto cuesta todo esto al contribuyente?