Esta joya gastronómica compuesta de un guiso de manitas de lechazo de la abuela ha sido elaborado por el Café Bar Papiro
¿Qué dan aquí?, se preguntaban varios vallisoletanos que paseaban a primera hora de la mañana por la calle San Ignacio de la capital. Más de medio centenar de personas se encuentran desde altas horas de la madrugada haciendo cola para conseguir una reserva en un exclusivo restaurante de la capital del Pisuerga.
Cerca de las 3.00 de la mañana comenzaban a llegar los primeros interesados en hacerse con una de las mesas del restaurante Martín Quiroga de Valladolid. Un establecimiento familiar regentado por los hermanos Marcos y Nicanor Martín Quiroga, que cuenta únicamente con cuatro mesas en el local.
En noviembre ponen en marcha un sistema presencial de reserva para conseguir una mesa de cara al año que viene. Esos días quedan bloqueados, y en caso de fallar la reserva se podría ceder a algún familiar o conocido.
El restaurante vallisoletano es conocido por sus platos tradicionales como el rabo de toro, los callos o el carpaccio de gambas. Sin embargo, no tienen una carta física, sino que se adaptan a la época, y es uno de los propietarios quien canta los platos del día a los comensales.
Sin duda una forma de trabajar que a la vista está, causa furor en la capital. A mediodía abre sus puertas para poder comenzar a hacer esas reservas, casi doce horas después de que los primeros vecinos comenzasen a hacer cola deseando poder degustar alguno de sus sabrosos platos.
Esta joya gastronómica compuesta de un guiso de manitas de lechazo de la abuela ha sido elaborado por el Café Bar Papiro
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