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La Mesta de Escalona

Nueva edición de la sección de 'Las palabras contra el olvido' dedicada al escultor Miguel Escalona

La Mesta de Escalona
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
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Miguel Escalona (Santa Eulalia del Campo, Teruel 1943- Valladolid, 2002) era un tigre. Lo saben bien lo que estuvieron en la inauguración del Desierto Rojo. Tiene una escultura en el inicio de la Cañada Real que se titula: La Mesta. En esta maravillosa escultura, Miguel Escalona puso todo su talento. Este sitio es un lugar de memoria que se transforma cada vez que paso por aquí en un lugar para la imaginación.

Toda la escultura está hecha de acero. Tiene una fuerza que proviene de la distancia placentera que se rebela cuando te detienes y la miras y esa forma quijotesca que tiene el pastor que tanto nos recuerda a Cervantes. Resalta esa austeridad en las ovejas y en los perros que están pendientes del pastor por lo que pudiera pasar. Me gusta también esa espontaneidad sencilla, esa expresión que lleva la marca de su autor.

Un homenaje a la Mesta que lleva implícito el misterio. Su presencia ennoblece la escultura pública de Valladolid. Escalona, como Tapies, solo hay que recordar locales como Roma es Azul, La Salamandra o El Desierto Rojo, realiza sus obras con objetos simples y cotidianos que adquiere con el tiempo una mística casi religiosa.

Toda la fuerza que irradian las piedras y la escultura sugieren la misma energía que tenía Miguel Escalona. Porque ME iba siempre a su aire. No recibía ayudas y decía que él no tenía influencias. Lo que si era es un soñador. Vivió toda su vida en un mundo inventado por él mismo y con el tiempo se aisló del mundanal ruido y se quedó a vivir en Valladolid donde hoy todavía sus amigos lloran su ausencia.

En esta escultura Escalona demuestra su romanticismo. Su reconciliación con la naturaleza, el un hombre de 'bares' marcan sus señas de identidad. Es parte de la atracción que tiene La Mesta. El pastor mira al frente, mira al cielo. Y la naturaleza se transforma en el marco perfecto para que 'vivan' el pastor, las ovejas y los perros.

Una escultura que es una invitación a pasear por la naturaleza. No deja de ser una representación romántica de la vida. Un símbolo del paso del hombre por la tierra y una recreación abstracta de un tiempo lejano donde se celebraba la belleza primigenia de pasar los días y la noche contemplando las estrellas.

Ahí sigue y seguirá en La Cañada Real, La Mesta de Miguel Escalona mirándonos como si fuéramos unos extraños.