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El reloj marca las 19.00 horas. Estamos en el Centro de Piragüismo 'Narciso Suárez', ubicado en el barrio La Rondilla. Las 'Vallkirias Pisuerga' ya están listas para entrenar. Es un día raro para ellas porque ven más medios de comunicación que cualquier otro día, pero en ningún momento muestran inseguridades y tiran hacia adelante con la sonrisa de bandera. "¡Hola! Encantada de saludarte. Soy Nachi, ¿de Tribuna, verdad?", comenta la presidenta del Club al autor de este reportaje. "Sí, enhorabuena por todo", contesta.
Pasan los minutos y el calor, poco a poco, va dejando su huella. Aun así, a estas guerreras de nacimiento no les importa que esté el sol de testigo, sino la cámara. "Somos tímidas", reitera una de las integrantes del equipo a los periodistas presentes. Tras ese comentario, observamos que la sonrisa sigue intacta. ¿Sorprende? Sí... de alguna manera. Estas deportistas, campeonas en su última aventura y pregoneras de la Feria y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo, padecen o han padecido cáncer de mama... He aquí la cuestión.
Las 'Vallkirias' utilizan el piragüismo para desconectar, para evadirse. En definitiva, para afrontar la vida de una manera en la que la enfermedad no sea un obstáculo que lidiar, sino un compañero de viaje que, en cualquier momento, se canse de la situación ante la valentía de estas vallisoletanas y se marche por donde ha venido. En cualquier caso, "parece mentira lo que la vida te depara", como dice una de nuestras protagonistas, para que ejerza el río Pisuerga de "tabla de salvación".
Cuatro ejemplos de cómo, a pesar de todo, uno no debe rendirse, son Concheta Paul, Ana Pastor, Sonia Andaluz, y Elena Mozo. Todas ellas atienden a este periódico antes de zarpar con su canoa con un dragón como capitán y la fuerza de voluntad como segundo de abordo.
Concheta empezó a enfrentarse al cáncer de mama "pasada la pandemia". A ella se lo detectaron en una de "esas revisiones anuales", punto de partida de un proceso que ha ido de más a menos: "He tenido un poco más de suerte porque me han tenido que operar, pero no he pasado por la quimio. Con la radioterapia se solucionó". A partir de ahí, y en unos "seis o siete meses", Paul "ya estaba con la pala".
No obstante, aunque "la palabra cáncer" sea difícil de digerir, Concheta prefirió no andarse "con rodeos" y decir a sus familiares lo que le pasaba "claramente". Las 'Vallkirias' la ayudan "en el tema humano y en el deportivo". "Está muy bien poque te relacionas con gente que está pasando por tu misma situación", asegura.
Ana Pastor es otra vallisoletana que forma parte del Club. Por desgracia y "casualidad", se encontró con "un bulto en el pecho". Se asustó y, "enseguida", llamó a un médico. Los resultados confirmaron lo que ella ya se temía: tenía cáncer de mama. Al conocer la noticia, Pastor aún se sorprende de lo bien que afrontó la misma, a pesar de lo que, realmente, la costó que era decírselo a sus hijos y al marido.
Ambos entendieron la situación y reaccionaron "súper bien". Por esa razón, ella pudo relajarse en mitad de un ataque de nervios que llevaba consigo. Se tuvo que operar, pasar por diferentes tratamientos y, con ello, además, llegó la pandemia. Poder remar en el río Pisuerga la permite, en primer lugar, "hacer deporte", que "nunca" lo había hecho; y, en segundo lugar, superar un "reto personal" porque no le "gusta mucho" el agua. Como, finalmente, le gustó la idea, el piragüismo se ha convertido, para Ana, en una actividad que va más allá del compañerismo, ya que muchas de sus aliadas, ya son amigas.
El caso de Sonia es similiar al de Ana... al menos, en su origen. Sonia también notó, mientras se duchaba, un bulto en el pecho, donde le dio un "pinchazo". Ella también pasó por todos los tratamientos: operación, quimio y radioterapia. El destino la jugó una mala pasada y en septiembre tuvo una "recaída", que ha derivado en una "metástasis" en hígado y pulmones. Sonia contó a sus hermanos lo que le pasaba, dejando para el final a su hija y a su madre, a la que, con "cautela y tacto", también se lo confirmó.
Ya cuando se encontró, afortunadamente, "algo mejor", contactó con el Club, que la ha dado la "vida". "Estoy llevando mejor la enfermedad desde que vengo a entrenar con las 'Vallkirias'", reconoce. Además, ha mejorado, gracias a este deporte y a la labor que realizan, "tanto físicamente como psicológicamente". Sin embargo, para Sonia es inevitable pensar, una vez que se levanta, en que "nunca" se va a curar, algo que intenta apartar hacia un lado cuando está remando semalmente sobre el río Pisuerga.
Como a Concheta, a Elena le diagnosticaron la enfermedad en una revisión. La operaron hasta en dos ocasiones hasta el punto de tener que pasar por una mastectomía (opción de tratamiento contra el cáncer de mama mediante la extirpación quirúrgica de todo el seno). Hace 12 años de ese momento y siete desde que la dieron el alta. Explica, por lo tanto, que tenía esos momentos "olvidados".
Aun así, es consciente de que siempre debe "estar alerta" porque Elena, ahora, es la que anima a la gente y no la gente a ella, ya que, por ejemplo, a sus familiares no les sentó del todo bien conocer la noticia. "A mi madre tuve que contárselo con cautela. A mi cuñada le pilló por sorpresa", sostiene. Mozo la dijo que esto se solucionaba porque ella iba a tirar hacia adelante, sola o con ayuda.
Precisamente, con esa actitud rema contra la enfermedad. Siendo ella "de secano", como se considera, no le importó practicar piragüismo si es por una buena causa: "Este deporte, para mí, es un descubrimiento, pero me gusta que sea en equipo". Por último, Elena lanza una reflexión: "De cosas malas, siempre salen cosas buenas". "Parece mentira lo que la vida te depara. Estoy feliz porque son mis amigas y, entre nosotras, hablamos el mismo idioma", revela.
Estas cuatro guerreras se subirán este viernes al balcón del Ayuntamiento de Valladolid, junto al resto de sus compañeras, para demostrar al mundo que superar el cáncer no solo se hace con valentía, fuerza y agallas, sino con un corazón que no cabe en sus pechos... por lo grande que es.
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