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Raza, valor y entrega de los novilleros en Pedrajas de San Esteban con triunfo de Miguel Andrades

Gran tarde en la que los toros de Prieto de la Cal brindaron un espectáculo lleno de bravío que no dejó indiferente a nadie

Raza, valor y entrega de los novilleros en Pedrajas de San Esteban con triunfo de Miguel Andrades
fotos Fermín Rodríguez
Jesús  López Garañeda
Jesús López Garañeda
Lectura estimada: 3 min.
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No defraudaron los novillos de Prieto de la Cal, broncos, duros, enmorrillados, encastados y pidiendo el carné a los novilleros que esta tarde se han enfrentado a ellos en la primera del Piñón de España en Pedrajas de San Esteban, A los cuatro les sacudieron en el caballo de largo con dos varas a cada uno de aprieto y fuerza y empujaron con la raza de estos veraguas que no dejaron indiferente a nadie y que además a punto estuvo uno de ellos, de mandar al hule del hospital al novillero gaditano de Jerez de la Frontera Miguel Andrades, al cogerlo de muy mala manera al entrar a matar.

No se llenó el recinto coqueto de la Plaza de Pedrajas de público para ver la primera de las novilladas programadas con motivo del Piñón de España. Algo más de media plaza en los tendidos fue el aforo cubicado en una tarde espléndida de sol y moscas, luz y música en donde la Banda de Pedrajas sonó estupendamente toda la tarde. Y que se arrancó antes de romperse el paseíllo con el Himno Nacional de España.

El mano a mano entre Miguel Andrades y Jesús de la Calzada que entró en sustitución del anunciado Pedro Bilbao en el cartel se inclinó a favor del gaditano, al cortar dos orejas, una y una, a la pareja de novillos que le tocaron en suerte. En el que cerraba plaza se pidió ostensiblemente la segunda, incluso uno de los subalternos voceando al palco, de forma contraria al reglamento vigente, exigía la corta del rabo de la res, más por la tragedia que se había superado que por mérito torero de lo hecho en la plaza. Luego el diestro tiró al oreja despreciando el galardón.

Esto demuestra la falta de temple del novillero, incapaz de superar la tremenda prueba a la que estuvo expuesto en la tarde de hoy frente a dos novillos toros de Prieto de la Cal a los que toreó con raza, valor y casta, además banderilleándoles muy bien, instrumentando dos faenas de gran decisión y maneras. El primer novillo se lo brindó a Enrique Luján y el segundo al público.

La grandeza torera y la superación llega cuando toreó a «rompedor» en el cierre de la novillada. al que recibió con dos largas de rodillas en el tercio y colocó tres grandes pares de rehiletes clavando arriba y en una perra gorda. Durante la faena no faltaron desplantes a los que público correspondió con fuertes ovaciones. Al entrar a matar y recetarle al burel una estocada entera resultó cogido aparatosa y peligrosamente, aunque sin consecuencias por heridas graves, pese a que la paliza se la llevó el buen novillero jerezano.

Jesús de la Calzada le tocó el lote más duro y complicado, sobre todo el primero un magnífico y bien presentado novillo de Prieto de la Cal, con cuajo, trapío, bien armado, de nombre Aguardentero, peligroso, bronco, duro, al que le colocó dos varas de antología el varilarguero de Boecillo, Titi Agudo, arrancándose desde lejos al caballo y desatando los aplausos del entendido público pedrajero.

Luego en la muleta el burel daba cabezazos y buscaba con ahínco al matador, revolviéndose con más astucia que un gato montés y llegando a causarle un atropello sin consecuencias, pero dándole una paliza de tente y no te menees. Por el pitón izquierdo fue el achuchón del que se sobrepuso el buen diestro de San Martín del Castañar, valeroso y arrojado en todo momento.

Frente al tercero de la tarde, un Castañero duro y con trazas de toro le hizo una faena de entrega, buscando el medio pase pues no había para más. Tras recibir un achuchón y el desplante decidido, la espada le jugó una mala pasada al pinchar de forma reiterada, Recibió un aviso y los aplausos del público reconociéndole su esfuerzo, su entrega, su decisión y su valor, cerraron la actuación del joven novillero salmantino.

Al final, los costaleros sacaron a hombros a Miguel Andrades, a quien el triunfo le mitigó y le sanó las heridas, los golpes y lo desvencijado y dolorido que quedó tras el volteretón del ejemplar de Prieto de la Cal, capeando el dolor con un sonrisa.