circle
Reels

Ángel Cantalapiedra, el policía que encontró su vocación velando por la seguridad de los vallisoletanos

Se acaba de jubilar tras más de cuatro décadas como agente de la Policía Municipal de Valladolid

Ángel Cantalapiedra, el policía que encontró su vocación velando por la seguridad de los vallisoletanos
Ángel Cantalapiedra, en la plaza de San Pablo con una foto de sus inicios en el cuerpo policial. Sergio Borja.
Alejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
Lectura estimada: 3 min.
Última actualización: 

El Ayuntamiento de Valladolid celebró la festividad de Santa Rita reconociendo el desempeño de las personas que han estado durante décadas formando parte de los servicios municipales. Algunos, incluso, llevaban más de 40 años en el Servicio Municipal de Limpieza, como es el caso, pero en el cuerpo policial, de nuestro siguiente protagonista. Se llama Ángel Cantalapiedra que se acaba de jubilar después de estar 44 años velando por la seguridad de los vallisoletanos.

Cantalapiedra, que ha visitado la redacción de TRIBUNA GRUPO en Valladolid, quiso ser policía por falta de trabajo, no por vocación. Es decir, al no saber "exactamente" a lo que se quería dedicar, empezó a estudiar toda la documentación necesaria para echar la estancia en el Ayuntamiento en el año 1979 tras un aviso de un buen amigo suyo. "Cuando le dije que quería trabajar, me explicó que el Ayuntamiento estaba buscando agentes. Me dio una buena cantidad de papeles para que me los estudiase. Aprobé las pruebas y saqué la mejor nota", contextualiza Ángel a este medio.

Cosas del destino, como diría aquel, llevó a Cantalapiedra a dedicar toda su vida a velar por la seguridad de los ciudadanos de Valladolid. Fueron, de hecho, sus primeros años claves para entender que "para ser policía, hay que sentirse como tal". "Empecé a ejercer de policía con agentes veteranos que me ayudaron muchísimo. Eran unas grandes personas y muy competentes", apunta. Además, reconoce que le "sorprendía prácticamente todo lo que hacía", aunque lo que gustaba era controlar el tráfico, algo que le viene de familia, "que estaba encantada de que fuera policía".

"Tenían cierto miedo porque el terrorismo, por ejemplo, seguía presente en aquellos años. Mi bisabuelo fue guardia jurado en el pueblo. Todos han seguido mi carrera y me han apoyado siempre", añade. Ese miedo también lo vivió de primera mano en algunas noches que le tocó estar de guardia. Eso sí, lo que le cuesta olvidar es haber visto una muerte de una persona que sufrió una agresión con un arma blanca. "Nos llegó un aviso de que habían acuchillado a una mujer. Ya cuando llegamos... estaba muerta. Era joven, iba vestida de negro y llevaba un pañuelo. Aseguramos la zona y llamamos a la Policía Científica para que, posteriormente, el forense levantara el cadáver", recuerda.

Preguntado por cómo ha cambiado Valladolid y la Policía Municipal, Cantalapiedra asegura que ambas han cambiado "mucho". De hecho, durante su infancia, cree que la ciudad "iba a peor" porque "las fachadas estaban mal pintadas, los edificios estaban casi en ruina y no había árboles ni bancos en las calles...". Aun así, y siendo muy pocos al principio, Ángel está muy orgulloso de cómo ha evolucionado el cuerpo policial en "número de dotaciones, servicios, prestaciones y tecnología". 

De todos estos aspectos, lo que sí que ha querido destacar es el "tacto" que han tenido para evitar suicidios. "Son situaciones que se viven al límite, muy delicadas, que tenemos que afrontar como problema social", recomienda Cantalapiedra. Esta razón se suma a un aprendizaje continuo durante toda su trayectoria que le ha llevado a no arrepentirse de nada, algo que podría haberlo hecho cuando quiso ser policía, una decisión que le ha cambiado la vida por completo.