¿Te imaginas que lo tienes todo programado para cumplir tu sueño y te desmontan el mismo minutos antes de conseguirlo? ¿Sería increíble, verdad? Parece, incluso, difícil de contar, pero Eduardo Pérez Manrique lo hace con toda esa naturalidad que le caracteriza. Este riosecano, dueño del bar The Irish River, tenía en mente algo que siempre quiso hacer: animar al Real Madrid en una final de Champions.

Tuvo oportunidades de hacerlo en anteriores ocasiones, pero cuando realmente lo intentó de verdad fue en esta, en la de 2024. Fue en enero cuando se apuntó al sorteo de la UEFA y por "suerte" le tocó una de las entradas que, en esos momentos, no estaban tan cotizadas como meses después. De hecho, le costó 190 euros, un precio asequible comparado con la barbaridad de cantidades que muchos madridistas han tenido que pagar. "Cuando el Real Madrid se clasificó para la final, me puse a buscar un avión para volar", reconoció.

Entre todas las opciones, la que más le convenció fue la que ofrecía la agencia de viajes Coge la Maleta porque en la misma "cumplía con los requisitos". Por 985 euros ida y vuelta, Eduardo podría ir a Wembley directamente desde Madrid tras aterrizar en Birmingham. El vuelo salía a las 07.00 horas, por lo que le advirtieron de que estuviera en Barajas a las 04.30 para que, en la ventanilla, y presentando la reserva, le dieran las tarjetas de embarque "como si hicieras el check-in presencialmente". Su sorpresa fue cuando en la ventanilla "no había nadie, ni vuelo ni nada". 

Según Eduardo, este grave problema afectó a unas 200 personas, que se quedaron en Madrid sin poder viajar a Wembley. El joven riosecano se enteró de lo que había sucedido gracias a un correo que le enseñó uno de los afectados, que avisó de que "la compañía había enviado el jueves a las 17.00 horas un correo a la agencia de viajes de que el avión estaba estropeado". Él entiende que esto puede pasar, pero lo que no le entra en la cabeza es que la agencia estuvo "vendiendo vuelos el viernes por la mañana sabiendo que no iban a volar". Se suma a esta circunstancia el hecho de que Aena no reflejaba que se había suspendido el vuelo hasta las 06.20 horas. Es decir, solo 40 minutos antes de la hora que se había fijado para el despegue.

Aunque ya le han devuelto los 985 euros, el riosecano no ha podido vender la entrada al ser "nominativa" y tuvo que marcharse a Valladolid para estar presente en el bar, ya que no quería perder más el tiempo en Madrid. Eso sí, el Club les dio la alternativa de estar viendo en el Bernabéu la final en un Palco VIP por las molestias ocasionadas. Eduardo no aceptó la petición "por la rabia y el disgusto" del momento. "¿Quién me paga la ilusión que tenía de ver al Real Madrid en una final de Champions?", explicó.

Con el paso de las horas, los gastos fueron incrementando. A los 190 euros de la entrada se suman los del taxi para ir a Chamartín y los del tren de vuelta a Valladolid que al cogerle en el mismo día sale mucho más caro que cuando se hace con antelación. "Había gente con entradas de 500 euros, australianos que vinieron a Madrid para nada...", aseguró. Estas son cantidades económicas, pero aún está la más importante... la sentimental. Eduardo tenía la intención de estrenar la camiseta del Real Madrid con el nombre de su hija, que murió hace meses con leucemia.

Ese era su objetivo, pero una falta de comunicación y un problema en el avión le impidieron cumplirlo, a pesar de que su amor por Belén vale más que los quince títulos del Real Madrid, que volvió a hacer historia en Wembley.