El concejal Alberto Cuadrado explica que permitirán "una mejor operatividad" puesto que "podrán ser retiradas cuando se necesite despejar el espacio que ocupan"
Antolín, el policía nacional que lleva tres décadas velando por la seguridad de los vallisoletanos
El subinspector Francisco Javier Antolín abre las puertas de la comisaría de Las Delicias a TRIBUNA en una nueva guardia que él mismo coordina
El reloj marca las 22.00 horas de un viernes, pero no es un viernes cualquiera. Francisco Javier Antolín, subinspector de la Policía Nacional, se prepara para coordinar una noche de guardia del Grupo de Atención al Ciudadano (GAC) en la comisaría del barrio de Las Delicias. Tiene a 12 agentes ya preparados para patrullar las zonas correspondientes que les toque de la ciudad bajo su responsabilidad. Él puede atender cualquier llamada, aviso o alerta que suceda en Valladolid, ya sea por el motivo que sea.
Eso sí, está pendiente, como cada guardia, por si tiene que llegar el primero del resto del equipo, ya que el suceso puede pillar por cualquier circunstancia a la patrulla lejos del lugar de los hechos. Es consciente de que, si eso ocurre, aunque pueda depender de donde se encuentre en esos momentos, la respuesta de la Policía Nacional es inmediata sin que se supere incluso el minuto de espera a la persona que está pidiendo ayuda. Son cinco patrullas las que salen de la calle Gerona dirección distrito que, previamente, Antolín les haya comunicado. A partir de las 00.00 horas, la Sala Operativa Conjunta de la Policía Municipal y de la Policía Nacional se pone en marcha, lo que significa que estos agentes pueden contar con patrullas de apoyo en cualquier caso sin que sea por un motivo en concreto, ya que escuchan los mismos avisos para velar de la manera más eficiente la seguridad de todos los vallisoletanos. A esas cinco patrullas se suma la del subinspector que abre las puertas de su vehículo policial a TRIBUNA Valladolid.
Media hora antes (21.30) de que empiecen a salir las patrullas, el Grupo de Atención al Ciudadano se reúne en una sesión informativa que está comúnmente denominada como 'briefing', donde Antolín avisa a los suyos de lo que quiere que hagan en "una noche importante". "Tenemos que estar preparados. Una patrulla no puede ir sola, quiero que vaya acompañada por otra. En el caso de que ocurra alguna pelea, no quiero que intervengamos individualmente. Hay que esperar, como mínimo, a que estemos dos patrullas en la zona", comenta el subinspector con TRIBUNA como testigo. Acto seguido comunica a los agentes donde deben estar sin variar mucho las parejas de cada patrulla porque quiere dar importancia al "factor humano", algo clave que puede decantar la balanza en cualquier suceso, ya que "las personas del barrio ya van conociendo a los agentes que están cerca de sus casas". Además, tienen que custodiar a un preso, una tarea extra que Antolín también debe coordinar porque harán "relevos" entre los agentes y, de esta forma, cada patrulla pueda llevar a cabo su "cometido" con la citada variación en la hoja de ruta que, por un día, se ve alterada.
Otra de las instrucciones es que estén atentos a un tipo de vehículo que está siendo utilizado para robar. El objetivo de Antolín es identificarle para que no vuelva a actuar. "Tenemos la matrícula. Me avisáis si lo encontráis y procedemos a su registro completo", añade. "Os deseo un buen servicio. Nos vemos en la calle", comenta Antolín entre las arengas de los agentes.
SUS PRIMEROS PASOS
Acostumbrado a ser el responsable de la guardia que le corresponda, Antolín conoce de primera mano que para llegar hasta donde ha llegado tiene uno que atravesar un camino lleno de complejidades. "Llevo 30 años en la calle, bueno... 30 largos", recuerda con una sonrisa el subinspector.
"Valladolid ha estado presente durante toda mi trayectoria. También formé parte de las Unidades de Intervención Policial (UIP). He visto de todo, hasta lo que una persona no se pueda imaginar", reconoce Antolín. No obstante, pone en valor la "vocación" por encima de todo para velar por la seguridad de las personas, ya que fue un factor que influyó en el momento en el que decidió ser policía. "Yo no vengo a trabajar, yo vengo a disfrutar. La vocación, en mi caso, es fundamental", explica.
"Empecé en radio patrulla en Barcelona. Había muchísimo trabajo. Recuerdo que la gente actuaba de una manera violenta, pero la Policía Nacional se hacía respetar. De Barcelona, vine a Valladolid directamente. Pasé por San Sebastián, ascendí a subinspector, me fui a Palma de Mallorca y, de Palma, regresé a Valladolid", añade.
LA SENSACIÓN DE PODER AYUDAR A LAS PERSONAS
El subinspector, aunque lleva acumulados a su espalda muchos años en el servicio, sigue sintiendo esa satisfacción cuando sabe que el trabajo está bien hecho. Para él, es "gratificante" cuando resuelve los problemas de los ciudadanos que han pedido el auxilio de la Policía Nacional.
Sin embargo, y en la otra cara de la moneda, también cabe la posibilidad de que no pueda solucionar lo demandado, algo que le "afecta" de manera personal cuando acaba el servicio. "Estás fastidiado porque sabes que no has logrado lo que buscabas", apunta.
EL APOYO DE LA FAMILIA
En esa montaña rusa de emociones están incluidos sus seres queridos. En su caso, de manera muy especial. Su hijo mayor quiere ser policía, una decisión que adoptó "desde bien pequeño". Tantas son sus ganas de seguir los pasos de su padre, que ya "se está preparando para ello". Antolín le ha aconsejado que, primero, se saque una carrera por si luego "no es el trabajo" de sus sueños. Por esa razón, en la actualidad, es "ingeniero electrónico", que es a lo que se dedica. Aun así, no tira la toalla. También "está opositando" para que en un futuro pueda velar, como hace su padre cada día, por la seguridad de los ciudadanos.
A medida que repasa los aspectos humanos que rodean a la labor que realiza, Antolín ya ha entrado, desde hace unos minutos, en "modo alerta". Es decir, está pendiente de los sucesos a los que se puede enfrentar en una noche como esta. Con el paso de los minutos, las situaciones se acumulan: interceptan a una persona que ha quebrantado una orden de alejamiento, disuelven problemas de convivencia familiar, ayudan a un varón que acababa de ser agredido y detienen a dos personas por un robo en el interior de un bar.
Esas son algunas de las llamadas que ha recibido en su guardia bajo la atenta mirada de este medio, que sigue de cerca los pasos del subinspector. Mientras tanto, también aprovecha a dejar escritos los partes correspondientes para que el siguiente turno vea lo que se ha hecho entre las 22.00 y a las 07.00 horas, que es justo cuando finaliza un servicio que, en este caso, no ha podido ser más satisfactorio.
De hecho, cuando los suyos regresan a la comisaría y, justo antes de cambiarse, analiza con ellos los hechos llevados a cabo. "Ha sido una buena noche. Hemos detenido a tres personas, dos de ellos por robo con violencia en el interior de un bar. Os felicito", reconoce Antolín, un héroe que no necesita llevar capa como tantos que por fortuna... tiene España.
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