Doloroso es siempre perder, ya sea por unas razones o por otras, pero lo que le está pasando al Real Valladolid Baloncesto no tiene nombre. Cada vez que juega suma un nuevo contratiempo y si no son las bajas, es el Comité Nacional de Competición que aprovecha que no son entidades de una gran 'fortaleza' para hurgar en la herida de las mismas.

Algo muy parecido, sin sanción mediante, ha hecho Tizona Burgos en el polideportivo Pisuerga. Los de Diego Campo, equipo revelación sin duda de la LEB Oro, que está luchando incluso por el ascenso directo, no pisaron en ningún momento el freno para hacer sangre en Valladolid, decisión legítima porque no siempre vas a tener la oportunidad de poder afrontar encuentros de este tipo con rivales directos, y en situaciones como la que atraviesa el propio Pucela Basket que, sin excusas, está intentando plantar cara ante cualquiera en esta recta final de temporada.

Contra Estudiantes lo hizo antes del descanso, y con Tizona, quizás algo menos porque los burgaleses estuvieron bastante acertados en ataque y sin bajar la intensidad en ningún momento del encuentro. La distancia al descanso (28-36) ponía de manifiesto la superioridad de Tizona en varios aspectos. En primer lugar, por ejemplo, en el porcentaje en el tiro libre (83,3 frente a 52,6), en las pérdidas (4 frente a 12), y en el contraataque (2-11).

Con Puidet de base y con el joven talentoso Juan Lambás no le valía al equipo de Paco García para aguantar las intentonas de Tizona, que puso tierra de por medio en los primeros compases del tercer cuarto. Un parcial de 7-19 a favor de los visitantes (35-55) encarriló la victoria hasta el punto de que el esfuerzo extra de los pucelanos al no contar con el total de efectivos empezaba a hacer mella. El técnico, Paco García, lo intentó todo desde el banquillo: agitó la coctelera, alentó a la afición, y revolucionó el quinteto... pero no hubo manera. 

Tizona, de hecho, se empezó a gustar porque parecía que no corría el reloj... Se le hizo eterno el último período al Pucela Basket, que estaba deseando que acabara la pesadilla. Ocampo aprovechó este tramo para dosificar esfuerzos y repartir minutos y consiguió que todos sus jugadores anotaran, destacando las aportaciones de Seoane, Parrado o Mario Saint-Supery, que volvía a las canchas tras su lesión.

Pisuerga respondió al llamamiento del Club porque en las buenas está todo el mundo, pero lo difícil es estar en las malas, y apretó cuando el partido así lo requería sin pensar en nada más allá de poder arropar a los suyos, que tuvieron que ser testigos, además, de acciones arbitrales que volvieron a dejar claro el nivel del estamento en esta categoría. Tizona gestionó todas estas jugadas ante la impotencia del Pucela Basket, puso el 63-94 en el marcador, que fue definitivo con la incertidumbre de lo que pudo haber pasado si los locales tuviesen la plantilla al completo.