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El doctor que salvó a dos menores en Valladolid a través de una operación con dinero de su bolsillo

José María Pradillos Serna participó hace cuatro meses en una acción que terminó de forma satisfactoria para ambas partes

El doctor que salvó a dos menores en Valladolid a través de una operación con dinero de su bolsillo
Fotos cedidas a TRIBUNA por el doctor.
Alejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
Lectura estimada: 6 min.
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El pasado 27 de marzo fue histórico en Valladolid. Profesionales del Hospital Clínico operaron a dos niños procedentes de Guinea-Bissau porque la falta de recursos en su país de origen dificultaba afrontar este tipo de operaciones con las suficientes garantías. Esta intervención fue supervisada por el doctor José María Pradillos Serna (Ciudad Real, 46 años), jefe de cirugía pediátrica del Clínico, el verdadero protagonista de una historia que empezó gracias al proyecto solidario gestionado por Sacyl en coordinación con la asociación Solidarity Pediatric Surgery (Sopesur).

En cuanto a los dos menores intervenidos, el primero fue un niño de seis años con una tumoración cervical y, el segundo, un bebé de cuatro meses con un síndrome de bridas amnióticas. Pradillos, en una entrevista concedida a este medio, detalla la situación actual de la recuperación de ambos, la manera en la que surgió la posibilidad de las dos operaciones y porqué fue Valladolid la sede elegida para albergar unas intervenciones que, al fin y al cabo, salvaron la vida de los niños con una mejora incluida de su respectivo estado físico.

PREGUNTA: ¿Cómo surge la posibilidad de trasladar a los niños de Guinea-Bissau a Valladolid? 

RESPUESTA: El niño mayor (Ibraima) lo conocimos allí, en Guinea-Bissau, no disponíamos de pruebas de imagen (un tumor cervical grande), y las que se hacen son caras. Los pacientes no pueden pagarlas. Nosotros hemos conseguido que no se les cobre nada por las cirugías y por nuestra asistencia que hacemos en el Hospital Simao Mendes en Bissau. La formación allí es escasa.

A Ibraima le intentamos operar allí sin pruebas de imagen, y se trataba de un tumor cervical gigante sólido que parecía meterse en el canal medular. Nosotros no podíamos hacer que peligrara la vida de los pacientes y, por eso, nos vinimos para España. En un primer momento, iba a venir al Hospital Universitario de Toledo, ya que estábamos trabajando allí, pero después nos trasladamos a Valladolid. Además, durante los trámites, nació Abdel Ravi, un pequeño con síndrome de Bridas amnióticas que comprometían la viabilidad de sus extremidades, así que junto a AIDA que es una organización que está allí y hace lo imposible, pudimos organizar para que viniesen.

P: ¿Cuál fue el siguiente paso?

R: Hablamos con la Dirección del Hospital Clínico Universitario de Valladolid y con Sacyl. Tengo que decir que todo fue bastante fácil. Nos pusimos en contacto también con la asociación ASALVO de Valladolid, así como con el párroco de Santo Tomás de Aquino, Alfredo Velasco Ruiz, que nos han apoyado logísticamente hasta la extenuación, por lo que estoy en deuda personal con todos ellos. Sacyl y el hospital nos autorizaron a poder tratar aquí a los niños y la cobertura de estancia y cuidados la proporcionaba ASALVO y Alfredo, al que le debo más de lo que nunca podré devolver. La embajada de España en Guinea-Bissau siempre nos da apoyo tanto en los múltiples viajes que hacemos allí como en poder traer a los niños. De hecho, la vuelta de Ibraima a Bissau la hizo acompañado por el cónsul español de allí.

P: ¿Cuál fue el primero que se sometió a la operación?

R: Fue Ibraima tras realizar los estudios adecuados de ambos. Los vallisoletanos son unos afortunados porque en su área sanitaria disponen de un equipo formado por anestesistas pediátricos, radiólogos, pediatras, enfermería pediátrica, auxiliares, celadores y administrativos. Es de lo mejor que hemos podido ver en nuestra carrera. Nada podría haber hecho sin cada uno de ellos. Sus acciones han sido claves para que la situación de estos niños se haya podido solucionar y paliar porque si llegan a quedarse en su país, hubiese sido desistir en el caso del tumor cervical... Y desistir también en la amputación de extremidades en el caso del bebé. Así que gracias a estos profesionales se han hecho bien las cosas.

P: ¿Cómo están los niños en estos momentos cuatro meses después de sendas intervenciones?

R: Ibraima ya está bien en su casa junto a su familia sin secuelas neurológicas. Seguiremos nuestras futuras misiones allí. En cuanto al bebé, en estos días, estamos buscando a alguien que pueda ayudar y acompañarlos, porque volverá junto con su madre a su país, ya que la evolución y las infecciones dificultaron su evolución. Afortunadamente, su estado ha mejorado y nos permitirá seguir su evolución en Guinea-Bissau. 

P: Comenta que los pacientes no han gastado ni un solo céntimo en las operaciones, pero entonces... ¿quién se ha hecho cargo del coste que las intervenciones llevan consigo?

R: Somos un equipo de sanitarios que, con sus propios recursos, vamos metiendo dinero en una cuenta propia para poder comprar el material y aparatos que allí utilizamos. Cada miembro abona su billete de vuelo y los gastos que genera el viaje. Con esto, vamos a operar y asistir niños dos veces al año a Guinea-Bissau en los días de vacaciones que tenemos. Por ejemplo, en puentes como los que hay en Semana Santa.

P: ¿Lleva mucho tiempo en Valladolid?

R: Tengo 46 años y he trabajado en varios puntos de España. Hice la especialidad de medicina familiar y comunitaria en Santander, y después hice especialidad de Cirugía Pediátrica en Santiago de Compostela. He estado en A Coruña, Ferrol, Vigo, Ourense, Burgos, Santa Cruz de Tenerife...

Me ofrecieron iniciar la cirugía pediátrica en León. Fui el primer cirujano pediátrico que contrató el hospital para iniciar el servicio, después de algunos años me ofrecieron organizar el servicio en el Hospital de Toledo y luego recalé en el Clínico Universitario de Valladolid. Desde que he llegado, lo único que ha ocurrido son mejoras. La labor de todo mi equipo tiene mucho que ver con la buena evolución del servicio que se está llevando a cabo en Cirugía Pediátrica. Espero que los pequeños y sus familiares de Valladolid valoren nuestro trabajo de forma positiva. 

Formamos parte de esa asociación que presido Sopesur y que se mueve con el único interés de conseguir colaborar en uno de los países más pobres y que menos tiene. Nuestra pasión es ir allí a trabajar para paliar los problemas de algunos niños. Aunque trabajamos a veces desde las 8.00 de la mañana hasta las 02.00 / 03.00 de la madrugada, la satisfacción de estar haciendo lo que nos gusta nos devuelve la ilusión del porqué hicimos medicina y la razón por la cual decidimos ser sanitarios.

P: ¿Volvería a aceptar la propuesta de someterse a la responsabilidad que tenía cuando operó a los niños?

R: Ojalá que Dios me permita hacerlo cada día durante muchos años, a pesar de que sea por un coste alto. Es cierto que me quita tiempo de estar junto a mi familia y dinero de la cuenta familiar que no me cuesta gastar... Si te soy sincero, en otros conceptos, puedo ser muy rata, pero, para los niños es un dinero que doy muy a gusto. Eso sí, cuando mi mujer mira la cuenta de gastos, me gano más de una regañina, que es muchas veces más que justificada.

P: Por último, ¿era su primera vez operando a personas de dichas edades?

R: Hemos operado a niños que allí nunca se habrían operado. En España, afortunadamente, los servicios de Cirugía Pediátrica son muy buenos, con altos recursos y si no estuviese en Valladolid, otro compañero estaría. Allí me siento muy útil. Pero también es verdad que contamos con los recursos que nosotros llevamos. La última vez que fuimos fue en la Semana Santa pasada. Viajamos 11 personas de diferentes puntos de España, lo cual supone 22 maletas de material, que nos es imprescindible para llevar a cabo nuestra misión

Sinceramente, no hago otra cosa que imitar. Imito a grandes cirujanos que, a lo largo de mi carrera, he conocido como la pediatría de mi querido Dr. Lobera, la cirugía de mi amigo Dr. Paco Hernández, la urología de mi Dr. Soriano, la plástica de mi amigo Dr. Corton y Parri, y de tantos buenos compañeros que he tenido en los diferentes sitios. No podemos tener mejor profesión que esta.