Juana de Arco desafía a las bombas
En 1944, una bomba de las muchas que castigaron la preciosa ciudad francesa de Orleans durante la Segunda Guerra Mundial afectó directamente a su catedral, hoy Patrimonio de la Humanidad. Fragmentos perdidos de metralla impactaron en el cercano Hôtel Groslot y horadaron sin piedad varias partes de una escultura que llevaba instalada en su patio cien años, habiéndose convertido en un auténtico símbolo identitario de la población: la Juana de Arco en oración esculpida por la célebre princesa Marie d?Orléans.
No era esa la primera herida de guerra que Juana de Arco recibía en la ciudad de Orleans. El 7 de mayo de 1429, en el contexto de la llamada Guerra de los Cien Años, cuando se esforzaba por levantar el sitio al que los ingleses habían sometido a la localidad, mientras trataba de subir una escala para salvar las murallas y entrar en su recinto, fue alcanzada por una flecha en el hombro. A pesar de la gravedad de su lesión, logró recuperarse. Al día siguiente los ingleses se retiraban y levantaban el asedio. Juana de Arco, una joven natural de la lejana región de los Vosgos, en la Lorena, sería ya desde entonces conocida para la posteridad como la Doncella de Orleans, la tierra de la dinastía de Orleans a la que pertenecía la princesa Marie.
Los conflictos bélicos cambian los bandos, y la bomba que afectó a la Juana de Arco de bronce, 500 años después de la muerte de la histórica en la hoguera, fue lanzada por la aviación alemana, siendo los antiguos adversarios ingleses en esa ocasión aliados de los franceses.
La escultura había nacido de las manos de una mujer, muerta casi tan prematuramente como la Doncella de Orleans, cuyo sino injustamente trágico también conmocionó a Francia. Su inscripción así lo atestigua: "Juana de Arco por la Princesa Marie d?Orléans. Donada por el rey su padre a la villa de Orleans en 1841".
Marie era la tercera hija del rey Luis Felipe de Orleans, nacida en 1813, con unos 400 años de diferencia con Juana de Arco. Recibió lecciones del pintor Ary Scheffer a partir de 1822, y de inmediato su maestro se dio cuenta de su enorme talento artístico, en especial para la escultura. En 1835, el rey encargó a su hija una estatua de tamaño natural de Juana de Arco para el palacio de Versalles. Después de documentarse minuciosamente, Marie diseñó una guerrera, pero no combativa, sino en oración. Inicialmente esculpida terracota y exhibida entre grandes elogios en el Salón de 1837, se hizo en mármol a escala real para Versalles. La visita de Luis Felipe a la estatua se recoge en una pintura de Auguste Vinchon, conservada también en el palacio de Versalles.
La estatua muestra a Juana de Arco con pelo corto y armadura completa. Su casco y guanteletes descansan sobre un tocón a su lado. Está de pie, con la espada en el pecho y la cabeza inclinada, aparentemente rezando. La espada semeja un crucifijo.
La princesa Marie se casó en octubre de 1837 con el duque Alejandro de Württemberg, fijando su residencia en Gotha (Alemania). En enero de 1838, un incendio arrasó su casa, quemó obras de Marie y la obligó a huir bajo un frío glacial. Su frágil salud se resintió. Poco después dio a luz a un hijo, Philippe de Württemberg, un parto del que nunca se repuso. Murió de tisis, antes de cumplir veintiséis años. Siete más que Juana de Arco.
En 1840, el rey Luis Felipe encargó una réplica monumental en bronce de Juana de Arco en oración. La ofreció al año siguiente a la ciudad de Orleans, para agradecerle el pesar que había expresado tras la muerte de la princesa. Fue colocada en el patio del Hôtel Groslot, donde sigue actualmente. El rey ordenó una segunda réplica para el pueblo natal de la Doncella, Domrémy, pero tras su muerte en 1850 la reina viuda Marie-Amélie redimensionó el proyecto a una escultura de pequeño tamaño que puede verse hoy en el interior de la casa natal de Juana de Arco.
La popularidad de la estatua se disparó desde el primer momento por la emoción suscitada ante la desgraciada desaparición de su joven escultora. El modelo de bronce ha gozado de un éxito constante y se ha reproducido en numerosas copias. Es tal el entusiasmo mundial por Juana de Arco y su identificación con esta estatua, que también se produce en yeso y en resina. Hoy día no es difícil encontrarla en tiendas de souvenirs por toda Francia.
Aunque la emblemática estatua del Hôtel Groslot de Orleans fue restaurada en 2004 por Denis Chalard, el rastro de la metralla de la bomba se decidió dejar en ella, como fiel testigo de las crueldades de la guerra, sin dejarla recuperarse como de aquella saeta en el asedio de Orleans. Conmueve al espectador ver sus dentelladas agujereando el ropaje de Juana de Arco, y echar en falta la empuñadura de la espada, volada en la detonación. En un irónico giro del destino, fueron los alemanes, el pueblo del marido de la princesa Marie, quienes dañaron su obra. Y los ingleses, quienes capturaron a la Doncella y la enviaron a la pira, los que en esta ocasión formaron parte del bloque aliado que entró en Orleans a liberarla de la ocupación nazi el 16 de agosto de 1944. Los absurdos de la guerra.
Fotografías: Gabriela Torregrosa