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Un tranvía llamado Mahler

La crónica cultural de Ágreda de este lunes para Tribuna

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Un tranvía llamado Mahler
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.

Un director de orquesta es un músico silencioso. Esta noche Thierry Fischer, el director titular de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) se enfrenta a un 'Miura' se enfrenta a la Sinfonía nº 3 de Mahler. Hay expectación en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del Centro Cultural Miguel Delibes (CCMD). Empiezan los primeros compases de la sinfonía y comienzan los músicos a dar vida al pentagrama. Es Thierry Fischer el encargado de comunicar con la orquesta para que la orquesta comunique con el público.

La música de Mahler viaja al fondo del alma del oyente. Para este trayecto solo tiene que prestar atención a los instrumentos que van desparramando su sonido por la sala. En esta sinfonía la felicidad y el sufrimiento están íntimamente unidos, como las dos fuerzas motrices que agitan nuestra existencia. Esta música es doliente. Es una forma de ser y estar en la vida.

Sí, esta música durante los cien minutos justos que dura la sinfonía, al oyente le sirve de refugio de la añoranza, de dolor y de la melancolía. Aquí, Mahler vuelca todos sus sueños, todas sus pesadillas, todos sus miedos. Todo a través del sonido, de la intensidad del sonido. La riqueza paleta orquestal, la vitalidad rítmica se convierten en sus señas de identidad de una música cada vez más profunda, más grave, más fúnebre, más alegre. En esta sinfonía de Mahler cabe todo, está todo.

Y Thierry Fischer le pone gravedad, calidad y humanidad a esta música. Sabe comunicar la emoción precisa que requiere cada instante. Comunicar emociones a través de la materia sonora tiene su enjundia. Esta música tiene personalidad propia. Como también la tiene la OSCyL, y esta noche lo está demostrando. No baja su calidad, no tiene complejos para enfrentarse a las partituras más complejas y esta noche es una prueba de ello.

La mezzosoprano Anna Larson, gran conocedora del Mahler nos descubrió su temperamento y el del compositor. Con criterio y soltura de voz, estuvo en ella todo ligado, matizado, variado y coloreado.  Su voz llegaba precisa y se colaba con criterio entre los músicos y se sentía en el patio de butacas con toda la belleza de los efectos tímbricos que requería la partitura.

La Escolanía de Segovia, dirigida por María Luisa Martín iluminó con su presencia la Sala Sinfónica. Tiene esta Escolanía mucha altura y una profundidad de expresión y de saber estar que da gusto verla y escucharla. Los Coros de Castilla y León ya los conocemos , y les agradecemos que canten así para nosotros, que sean reconocibles.

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