El Real Valladolid cae 2-1 ante el Betis aunque da la cara en el Villamarín

El espectáculo tiene en el Real Valladolid un poderoso aliado. A pesar de la derrota en la visita al Real Betis (2-1), el sabor que deja el cuadro pucelano es dulce, con la adrenalina disparada tras un encuentro que comenzó muy mal, que parecía abocado al fracaso pero en el que el equipo creció y creció, se adueñó por momentos del balón ante un rival que acaricia zona Champions, logró igualar el tanto inicial encajado y disfrutó de numerosas ocasiones para ampliar su renta de goles. La sentencia llegó de penalti, en el tiempo extra del primer tiempo, pero sobre el verde del Benito Villamarín se regaló un partidazo repleto de llegadas, velocidad, intensidad, imprevistos, calidad y pasión.

El arranque de esta jornada 22 no fue nada halagüeño. En el segundo minuto Canales convirtió una recuperación de Guido Rodríguez en una brillante asistencia de gol que Juanmi no desperdició, poniendo fin a la meritoria racha de imbatilibildad que atesoraba Masip. En el 8' el jugador cántabro a punto estuvo de marcar el segundo al interceptar un despeje del portero pucelano que acabó con el balón en la madera, en el 12' Hongla taponó a Abner, en el 14' Masip se hizo con el disparo de Fekir y en el 15' Javi Sánchez despejó el primer córner para los locales. Eran minutos de agobio, de inferioridad absoluta ante un Betis crecido. Pero qué capacidad tiene este Real Valladolid para levantarse. Con el viento en contra el equipo agarró firme el timón, con Kike y Monchu en la sala de máquinas trabajando a destajo, y comenzó a cambiar el curso de los acontecimientos.

En torno al minuto 20 el partido comenzó a recordar al vivido ante Osasuna con dos rivales eléctricos, un duelo de toma y daca, una tormenta constante. Cada metro se luchaba, cada balón parecía el último. El Pucela fue a más, las oportunidades empezaron a llegar y el ¡uy! se dibujó en la boca de los aficionados blanquivioletas. Al primer toque se creó la más clara hasta el momento, una triangulación Olaza, Machis, Monchu que finalizó con un medido centro de Plano para la cabeza de Larin, que mandó fuera. No iban a quedar así las cosas.

Injusto final del primer tiempo
Porque el gigante canadiense falló una, pero no perdonó la segunda. En el minuto 30 él recuperó un balón, Kike lanzó el ataque y sirvió en el área para el delantero, que ajustó su disparo cruzado inalcanzable para Bravo.

Fluía el balón en los pies de los jugadores pucelanos, quienes también demostraron un compromiso encomiable en defensa. Nadie cedía, nadie se relajaba. Tampoco el Betis, que como gota china constatemente recordaba el dolor de enfrentarse a un equipo de tanta enjundia. Pero ahí estaba la fortaleza castellana, intachable, inquebrantable. Tanto que el 1-2 estuvo cerca de llegar en una acción de Plata por banda, que volvió loco a Abner, para que Kike pisara área, controlaba balón y buscase atrás a Larin, pelota que no llegó por la milagrosa intercepción de un defensa local. 

Pero fue caprichoso el destino en este partido. En una carambola, ya en el tiempo añadido, Ayoze se llevó a trompicones el esférico, se metió en el área entre malabares embarullados y fue derribado. Canales convirtió para desazón visitante.

Monchu al palo, Aceves a la épica

Se dice que esos goles sobre la bocina son psicológicos. Pero la fortaleza mental que demostró el conjunto de Pacheta puede con todo. Porque al regreso del descanso, y tras dos primeros minutos donde Masip hizo una intervención magistral para evitar el gol de Luiz Felipe, el Real Valladolid fue quien propuso, dispuso y más méritos hizo para el gol.

El Yamiq estuvo cerca de rematar un saque de esquina en el 49', también Monchu de igualar en el 60' en una recuperación ante la salida local. Fekir se topó con la parada de Masip en un libre directo, al igual que Luiz Henrique. El palo salvó a los sevillanos en una de las más bonitas del partido, una falta botada por Monchu que impactó con la madera casi a la altura de la escuadra. Y respondió de nuevo Fekir, en un uno contra uno ante Hongla quien arrinconó al rival, aunque logró sacar disparo, demasiado cruzado.

Así estaba el partido, cumpliendo las expectativas de los más ambiciosos amantes del deporte rey. No se puede pedir más emoción y espectáculo en 90 minutos, más de 100 los que finalmente se jugaron. Y solo faltó un mejor resultado para el Real Valladolid, que continuó sus intentos. Aguado chutó y Bravo atrapó antes de que llegase la lesión del capitán Jordi Masip, tras una parada para mandar el balón a la madera tras un disparo de Luis Henrique. El guardameta, al ir a atrapar el rechace, fue arrollado y tuvo que ser sustituido por Aceves. El debut del canterano con el primer equipo, en la élite del fútbol español a sus 19 años, pudo ser inenarrable. Pero para llegar a ese momento hay que esperar hasta el final.

El pulso se prolongó con la misma intensidad a pesar del paso de los minutos. El Yamiq evitó el gol de Juanmi, Luis Felipe el de Larin, y Bravo con una estética palomita el de Monchu, con un disparo poderoso desde fuera del área. Así se entró en el descuento, 8 de añadido, en los que Aceves blocó los disparos de William José y en los que a punto estuvo de ser héroe al intentar rematar un saque de esquina en el 97', pero un defensor se la quitó cuando entraba con todo.

Al final, partido de quilates pero sin premio. No obstante, este Real Valladolid recuerda a su mejor versión y ahora toca pensar en la siguiente prueba, ante un rival directo como es el RC Celta, con la visita a Vigo el próximo domingo 26 de febrero, a partir de las 16.15 horas. Por el momento, 24 puntos en la mochila para seguir andando el camino hacia la permanencia.