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¡Alegría!
El artículo de Diego Jalón de este viernes para TRIBUNA
Alegría. Y mucha felicidad. Son los sentimientos que nos invaden a los españoles en este principio de año. Sobre todo, al Gobierno. Feliz estaba Sánchez el otro día cuando explicaba a los afiliados de la UGT que "el año 2023 no viene envuelto en esas catástrofes que algunos anunciaron confundiendo sus deseos con la realidad. Digámoslo claramente, el apocalipsis ni ha llegado ni llegará".
Claro que a mí esto, además de alegría, me da un cierto canguelo, porque el apocalipsis todavía no, pero desde que preside el Gobierno hemos tenido pandemia, volcán, Filomena, crisis energética, guerra en Europa, inflación desbocada... En fin, que si yo fuera él, no andaría tentando a la suerte con estas profecías, porque lo suyo empieza a parecerse mucho a la mantequilla en la tostada de Murphy.
El presidente sigue presumiendo de cifras macroeconómicas en un país que no llega a fin de mes, con la mayor tasa de paro de Europa, sin haber recuperado el PIB anterior a esa pandemia de la que "salimos más fuertes" y con una de las mayores inflaciones acumuladas del continente. Pero él es feliz y no es cuestión de amargarle la vida, con lo mucho que está protegiendo a la clase media y trabajadora. Y, además, Dios me libre de intentarlo, porque como él mismo ha explicado, me delataría como ultraderechista de manual.
Sánchez es el reconocido autor de aportaciones de inmensa altura intelectual como lo del 'no es no' o lo de creer que eso de que "dos que se acuestan en el mismo colchón se vuelven de la misma condición" se refiere al colchón y no a con quién te acuestas en él. Como si dormir en una habitación de hotel te hiciera parecerte a quienes la ocuparon en días anteriores. O aquel "'¿A Ferraz?'". Me acordé de San Juan de la Cruz en Salamanca: Como decíamos ayer", en esa autobiografía suya escrita por otra, para mayor gloria de Fray Luis de León, que se libró de ser mencionado en semejante engendro.
Y ahora nos ha dejado otra perla, nada menos que la definición del ultraderechista, que es, según Sánchez, básicamente todo aquel que se opone a todas esas cosas que hace su Gobierno para hacernos a todos tan felices. Añade, eso sí, que "cuando la ciudadanía les da la espalda (igual estaba pensando en las encuestas o en las elecciones andaluzas, pero esto es cosa mía que soy muy malpensado) lo que hacen es oponerse a la democracia y recurrir al asalto de las instituciones democráticas". Lo cual resulta un tanto inquietante por lo que puede tener también de autobiográfico.
No quiero yo, admirador de Toqueville y de Popper, que el presidente me pueda tomar por ultraderechista, así que respeto y admiro la alegría que le invade al repasar los datos que le apuntan Calviño y Jesús María y Montero. Y la que invade a otros miembros de su Gobierno, como a esa secretaria de Estado con nombre de onomatopeya, Pam, que el otro día se partía la caja con lo de la salida de los violadores de las cárceles, "¡oleadas!", y la reducción de las penas a los maltratadores. Aunque pueda parecer increíble, lo que voy a reproducir es textual: "Que un hombre termine en la cárcel, eso es importante, no quiero desde luego minusvalorar la relevancia que ello tiene, pero es verdad que a lo mejor va a la cárcel después de haberla asesinado ya o de haberla violado ya. Que un señor esté 11 o 12, o 10 años y cinco meses, es como un chiste irónico experto para las locas del Ministerio de igualdad". Y dicho esto, ella y sus amiguis ríen y hasta lloran de alegría. Por cierto, no lo dijo en un garito a altas horas de la madrugada, fue por la mañana en un acto de Podemos titulado "Feminismo para todo el mundo", que no sé yo a qué mundo se refieren.
Alegría, como la que invade a Bolaños el ministro de bombardas, cuando nos explica que "la tensión que se vivió en Cataluña y en España en 2017 ya es Historia", afirmación asaz evidente, y que se puede aplicar sin problema a casi todo lo que aconteció en el pasado. Lo que añadió a continuación, "el proceso independentista ha terminado y no lo digo yo, ni el Gobierno, ni el PSOE, sino que lo dicen los líderes independentistas", es, por emplear términos del anterior gafe, perdón presidente socialista, discutido y discutible. Para empezar lo de "no lo digo yo", porque es notorio que es él quien lo dice.
Pero es que, además, solo lo dice él. Bueno él y el presidente del Gobierno. Porque los líderes independentistas dicen más bien lo contrario. La portavoz de ERC, socio preferente de Sánchez, se lo ha intentado explicar, no sé si ha sido muy clara, juzguen ustedes mismos: "El Gobierno de España se equivoca con su interpretación de la situación, de la realidad. El independentismo no ha desaparecido, seguimos aquí para defender esta República catalana, para defender la autodeterminación, para defender la amnistía y para recordarle al Gobierno español que no hay una situación de normalidad en Cataluña y que la situación de normalidad será el día que podamos votar libremente nuestro futuro colectivo y que se termine la persecución política". ¿Qué parte del no no habrá entendido Bolaños?
Pero, insisto, que reine la felicidad y la alegría. Mucha alegría, hasta la de Pilar, que además de portavoz del PSOE es ministra de Educación. Estaba tan contenta el otro día con la vuelta al PP de Borja Sémper y de Íñigo de la Serna que se puso en plan Karina: "Creo que también han rescatado al que fue ministro de Transportes, el señor Gómez de la Serna; veo que tiran mucho de baúl, tiran mucho de épocas pasadas para afrontar un tiempo futuro, pero más allá de eso, respeto, claro". Claro. Respeto, alegría, mala memoria y muy pocas lecturas.
Se le puede perdonar a Alegría que confunda Fomento con Transportes, pero una ministra de Educación debería saber quién era Gómez de la Serna. Como no parece el caso, era ese que escribió lo de "si te conoces demasiado a ti mismo dejarás de saludarte", que por cierto le viene al pelo a más de uno y de una. El de las greguerías. Decía también Don Ramón que es mejor elegir lo que te hace sonreír que lo que te hace llorar. Y eso es lo que hace este Gobierno. Así que alegría. Nada de dejarse llevar por las malditas encuestas, ni por las subidas de precios, ni por el aumento de deuda, el déficit o las subidas de las hipotecas.
No hay que mirar atrás y "como el pasado hubiera querido ser el porvenir, pero vino demasiado pronto al mundo", hay que centrarse en el futuro. Dejar atrás todo eso del procès, de los indultos, de la ley del sí es sí, de la eliminación de la sedición o de la reforma de la malversación. Ahora lo que toca es repartir nuestro dinero y seguir ampliando el escudo social y las ayudas a la clase media y trabajadora. Es una lástima que según el último informe anual para España de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN, en sus siglas en inglés), "la incidencia de la pobreza severa no ha cesado de aumentar desde 2018" ¿2018? Pero si la pandemia no llegó hasta 2020, ni el volcán, ni la guerra de Putin... Bueno, serán cosas de la ultraderecha. ¡Alegría!
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