logo

El ruso errante

Palabras contra el olvido 469

imagen
El ruso errante
Ágreda L.M.
Ágreda L.M.
Lectura estimada: 2 min.
Última actualización: 

Dmitri Shostakóvich toda su vida la vivió pensando que le iban a venir a buscar los esbirros de Lenin en mitad de noche y le matarían. Por eso siempre se acostaba vestido, tumbado encima de la cama, con la maleta preparada y fumando pitillo tras pitillo de la marca Kazbek. Lo que más temía es que le confiscaran los cigarrillos. Lo de menos, firmar su propia declaración declarándose culpable.

Esta noche en la Sala de Cámara Jesús López Cobos del CCMD, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León dirigida con guante de seda por su director titular Thierry Fischer está ofreciendo un Concierto para violín y orquesta nº 2 de Dmitri Shostakóvich que llega al interior del alma del público que llena la sala.  La excepcional violinista Baiba Skride nos deleita con un concierto con las dosis exactas de misterio, tristeza y miedo. Recrea por momentos en la sala un ambiente claustrofóbico angustioso y lleno de una belleza recién estrenada.         

La música avanza sin que se perciba ninguna costura o la más mínima brusquedad. Los gestos de Baiba Skride dibujan en el aire el volumen sonoro y el grado de tensión preciso que requiere la composición del compositor ruso. El sonido del violín de Skride llega al patio de butacas quejumbroso, con la vibración acumulada y la tensión y la tragedia contenida que lleva toda la música que escribió Shostakóvich. Cada sonido de la OSCyL está graduado al milímetro gracias al gesto amable de Fischer que deja que sus músicos se puedan expresar con gran libertad, pero disciplinados.

Luego Chaikovski, -la alegría de la huerta-con la Sinfonía nº 4 y aquello se convirtió en una fiesta para el cuerpo y para los sentidos. Qué estimulante es la música de este gran compositor. Su música se convierte siempre en una aventura que permite una triple colisión de tres inteligencias que diría... ahora no me acuerdo... la inteligencia del que la ha escrito, de la orquesta que la interpreta y por supuesto del público que la escucha.

Y esta noche, precisamente ocurre el milagro. La música, a esta hora de la tarde se ha convertido en un refugio. De repente la música ha sido capaz de sacar a la luz todas nuestras emociones. Los sonidos nos obligan a poner nombre a lo que nos ronda por la cabeza. Porque la música siendo el arte más abstracto,  provoca en el oyente los efectos más concretos. 

 

0 Comentarios

* Los comentarios sin iniciar sesión estarán a la espera de aprobación
Mobile App
X

Descarga la app de Grupo Tribuna

y estarás más cerca de toda nuestra actualidad.

Mobile App