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Mertxe Aizpurúa, condenada por apología del terrorismo, es una mujer ingeniosa, con mucha chispa, dinamita pura. Era, en 1997, la directora del diario Gara. Y cuentan que suya fue la idea de ese titular, 'Ortega vuelve a la cárcel', con el que el 1 de julio de 1997 el diario intentaba consolar a sus lectores dando un enfoque diferente a la noticia de la liberación del funcionario de prisiones tras 532 días enterrado en cemento.
Fue precisamente Pedro Alfonso Casado, el teniente coronel de la Guardia Civil asesinado hace unos días en Santovenia, quien descubrió, junto con el capitán Manuel Sánchez Corbí, el agujero, oculto bajo una máquina, en una nave industrial de Mondragón. Lamentaba el otro día su muerte nuestro presidente, tan conmovido que le pidió a su community manager que le escribiera unas líneas en Twiter: "Mi más sentido abrazo a la familia y compañeros de Pedro Alfonso, Perico, el teniente coronel de la Unidad de Intervención Especial de la Guardia Civil que ha fallecido tras días en estado grave. No hay palabras que puedan agradecer el servicio, entrega y coraje de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado".
Como no hay palabras, "facta, non verba", Sánchez se ha puesto manos a la obra para demostrar con hechos su agradecimiento. Y tan sólo unos pocos días antes del 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de los amigos de Mertxe, ha decidido que nada mejor que pactar con Bildu la aprobación de una Ley de Memoria Democrática, que abre las puertas a "investigar los crímenes del franquismo hasta 1983".
A Sánchez le funciona muy mal la memoria. Por mucho que El Cid ganase batallas después de muerto, para mí que Franco murió en 1975 y pocos crímenes pudo cometer ocho años después. Pero Mertxe y sus amigos están exultantes. Y nos ha explicado esta ocurrente señora que el pacto con Sánchez "abre el camino para poner en jaque el relato de una Transición ejemplar", "sacar a la luz la realidad silenciada que tantas veces se ha negado" construir "una memoria inclusiva para la izquierda abertzale" y reconocer a las víctimas de los GAL su contribución a la "lucha por la libertad y la consolidación de la democracia".
Ya sé que esto que dice Mertxe parece una broma de muy mal gusto, o incluso que alguien le ha echado bebida en las drogas. Resulta un tanto surrealista, por decirlo de algún modo, ese empeño en investigar unos crímenes que ya fueron juzgados y por los que un ministro y un secretario de Estado acabaron en la cárcel, mientras que más de trescientos asesinatos de los amigos de Mertxe, los luchadores por la libertad, siguen sin resolver.
Pero si lo de la diputada de Bildu es surrealista, no me negarán que lo de que su amigo Pedro haga una ley de "memoria" de cualquier cosa, también lo es. Porque si alguien en España anda muy mal de memoria ese es nuestro presidente, el de "con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo repito cinco veces, no vamos a pactar".
Es el tipo que en una entrevista en la contraportada del diario El Mundo, en octubre de 2014, preguntado sobre "¿qué ministerio sobra y qué presupuesto falta?", respondió, con esa seguridad y ese aplomo que han forjado su leyenda como líder carismático, que "falta más presupuesto contra la pobreza, la violencia de género? Y sobra el ministerio de Defensa". Pero ahora, como se quiere hacer compadre de Biden, a ver si le busca una salida a la que está liando en España en la secretaría general de la OTAN, pues hay que duplicar el gasto militar. Lo que se dice de memoria, no anda muy sobrado.
Sus socias de Gobierno, Yolanda, la de la escucha infinita, Ione, la de la cumbre de la paz y la amistad que no para de dar guerra y repartir insultos, e Irene, la de los viajes en Falcón a la cuna del capitalismo, están muy cabreadas con el presidente por su mala memoria. Dicen que con lo del gasto militar no tragan y que este Gobierno ha perdido la cabeza. Pero luego se dan cuenta de que ellas son ministras de ese mismo Gobierno y no piensan dejar de serlo. Así que Yolanda, a la que lo que de verdad le preocupa es que "los españoles no sufran", nos cuenta que ella y el presidente van a buscar ?todas las fórmulas imaginativas sobre el presupuesto de defensa?. Y las otras se callan y asienten.
Las ministras se cabrean porque no entienden que Pedro Sánchez es en realidad como el río de Heráclito, en el que uno no puede bañarse dos veces, porque como todo fluye, pues nunca es el mismo río. Y como ya nos explicó la añorada Carmen Calvo, hay un Pedro Sánchez de hoy, otro de ayer, otro de mañana y así sucesivamente. El que no podía dormir y el que duerme a pierna suelta, el que no pactaría y luego pacta, el que cerraría Defensa y ahora quiere mandar en la OTAN, el que no iba a bajar el IVA, el que hoy busca el calor de los empresarios y ayer les acusaba de fumar puros en cenáculos para quebrarle. Hay muchos Pedros, pero están en este.
Tan mala es la memoria de nuestro presidente que es incluso contagiosa y se ha extendido a todos sus ministros. Margarita Robles, por ejemplo, que defiende a capa y espada a la directora del CNI, luego la echa y luego dice que ha sido una sustitución. O Teresa Ribera la de las medidas cosméticas que ahora canta "maquíllate, maquíllate", como Ana Torroja. O Nadia Calviño, que siguiendo el principio de Peter ha alcanzado claramente su nivel de incompetencia. Lo que era "anecdótico" pasó a ser "coyuntural". Y ahora vamos a enfrentarnos a unos "trimestres complejos" por la inflación "persistente y elevada".
O el amigo Escrivá, que cuando era presidente de la AIReF pedía congelar las pensiones, alargar la edad de jubilación y calcularlas en base a toda la vida laboral. O la Ministra Montero, "Chiqui, que 1.200 millones no es nada". ¿Y qué decir de Marlaska, que se hizo una reputación encerrando a etarras y ahora anda trajinando para ir soltándolos de tapadillo? Para él, ahora "lo importante son las políticas sociales que estamos desarrollando para proteger a la sociedad".
Cuando la mala memoria alcanza determinados límites, los neurólogos la llaman demencia. Y aquí los hemos superado todos. El gobierno es un galimatías, un nido de cucos. Un rumbo errático, ni un paso en la dirección adecuada, ni una idea buena. Ni control del gasto, ni rebaja fiscal, ni ayuda a las familias, a los autónomos o a los empresarios. Ni capacidad de gestión, ni planes efectivos. Todo se diluye en la confusión, la locura y la desmemoria. La mejor solución es hacer caso al secretario general de UGT. Los que alertan de la crisis que se avecina, "¡Que se vayan a hacer puñetas!, ¡Vamos a disfrutar del verano!". Al fin y al cabo, es esa época en la que según Mark Twain hace demasiado calor para hacer las cosas que no haremos en invierno porque hará demasiado frío. Y a olvidarnos de todo.
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