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¿Controla demasiado Bruselas?

La opinión de Félix de la Fuente en Tribuna

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¿Controla demasiado Bruselas?
Tribuna
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NO lo tenemos nada fácil los que a pecho descubierto, es decir sin tener intereses políticos ni partidistas, estamos defendiendo la integración europea. Por un lado, están todos aquellos nacionalistas trasnochados que están viviendo todavía de la ilusión del antiguo imperio colonial de su país   Y como muchos de los países europeos han sido imperios coloniales o han tenido colonias o en algún momento se han creído el centro del universo, esto sirve para los ciudadanos casi todos los países de la Unión.

Estos nacionalistas trasnochados acusan a la UE de que Europa nos roba la soberanía nacional, cuando la soberanía de los países miembros se reduce casi exclusivamente a podernos quitar o poner la mascarilla contra la Covid 19.

Pero hay otro grupo de ciudadanos que están muy interesados en que la integración europea no avance, porque están sacando provecho de esta situación. Y en este grupo se encuentran casi todos los políticos nacionales.  Europa y el Banco central Europeo es para ellos la instancia a donde recurrir cuando no saben resolver los problemas. Europa es, además, una fuente inagotable de colocación para todos políticos de segunda categoría de sus partidos y para sus jóvenes cachorros. Los partidos políticos tienen ahora dos agencias de colocación:  la nacional, cuando están en el poder, y la europea, siempre a su disposición, para repartirse los puestos de mando de la Unión.

Son los miembros de este segundo grupo los responsables del desconocimiento que existe sobre la UE, los responsables del descontento que hay en ciertos sectores frente a Europa, los responsables del euroescepticismo.  Y mientras tanto, los europeístas que osamos formular ciertas críticas a la UE al mismo tiempo que hablamos de la necesidad urgente de avanzar hacia una UE federal, somo los utópicos inconformistas.


Cuando el controlado es el controlador

Pues este segundo grupo, que en principio debería ser el controlado por las instancias de la UE, sobre todo en cuanto al empleo de los fondos de la UE, es el mismo tiempo el controlador. NO olvidemos que los máximos responsables de las instituciones europeas han sido puestos directamente por los políticos nacionales: No han sido elegidos por los ciudadanos y. por tanto, su prioridad no es rendir cuentas ante los ciudadanos, sino ante sus respectivos partidos políticos. Y esto mismo se puede decir de los europarlamentarios, pues éstos, aunque teóricamente sean elegidos por los ciudadanos, en realidad lo son por sus partidos políticos.

Está bien que la Comisión se preocupe de la independencia de los órganos judiciales, pero me gustaría que se preocupara mucho más de los millones de parados que existen en la Unión, de los millones de ciudadanos que tienen que recurrir diariamente a los comedores de Caritas o de la Cruz Roja. Personalmente, me gustaría que la Comisión, antes de soltar un céntimo, se asegurara muy mucho del destino que se va a dar a ese céntimo, y que la misma importancia que presta a la independencia de los órganos judiciales, la diera también a la supresión de la pobreza, al paro de los jóvenes y a los sueldos de hambre.  Los miles de millones de los fondos Next Generation deben servir para algo más que para engrosar las filas de los asesores políticos. Los ciudadanos esperamos y deseamos mucho más control por parte de la Comisión.

El euroescepticismo no viene provocado por los partidos de extrema derecha o de extrema izquierda (también existe l extrema izquierda), sino por la inoperancia de los grandes partidos.

El peligro no está en el exceso sino en el defecto de control por parte de la Comisión. 

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