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El taller donde se hila la tradición cofrade: el arte de vestir la pasión
Luisa Yustos acumula más de ocho años de experiencia elaborando las vestimentas para distintas cofradías de la Semana Santa Vallisoletana
La Semana Santa comienza mucho antes del Viernes de Dolores. Mucho antes, incluso, del pregón oficial o de la presentación institucional. Comienza meses con los ensayos de las bandas, con la puesta a punto de las tallas, con preparativos y, entre otras muchas cosas, con la elaboración de los trajes de los "capuchones", como se llama popularmente en Valladolid a penitentes que desfilan en las procesiones acompañando a los pasos.
Hay un universo de colores e incluso de formas en estos hábitos tan reconocibles dependiendo de la cofradía de la que se trate. Luisa Yustos lleva muchos elaborando estos trajes para diferentes hermandades de la Semana Santa vallisoletana, y apura en estos días el trabajo para completar todos los encargos y contribuir a que la pasión de la ciudad del Pisuerga luzca con sus mejores galas.
Enclavado en el corazón del barrio de la Rondilla, su atelier se convierte, especialmente en los meses previos a la Semana Santa, en un hervidero de patrones y tejidos nobles destinados a engalanar a los cofrades que con fervor recorrerán las calles de Valladolid.

Luisa Yustos marcando la tela con alfileres.
Con una experiencia que atesora más de ocho años entre puntadas y dedales, Luisa abre a TRIBUNA Valladolid las puertas de su mundo, donde la tradición y la artesanía se entrelazan para dar vida a los emblemáticos trajes de cofrade. Su trayectoria comenzó hace seis años en su actual taller, pero la aguja ya era su fiel compañera desde dos años antes en otro local, e incluso antes, trabajando desde la intimidad de su hogar.
La dedicación de Luisa se extiende a diversas cofradías vallisoletanas, cada una con sus particularidades y su impronta en el vestir. Sus manos dan forma a los hábitos para hermandades como la Piedad, el Santo Entierro, la Preciosísima Sangre, la Veracruz o la Cofradía de las Siete Palabras.
Pero, ¿cómo se materializa un traje de cofrade? Luisa Yustos desvela los secretos de estas vestimentas cargadas de simbolismo. La estructura varía según la cofradía. Por ejemplo, para el Santo Entierro, el hábito se compone solo de dos piezas: el hábito y el característico "caperucho" o "capirote". En cambio, otros, como la Piedad, llevan una capa. Si bien lo más común es que consten de tres piezas, algunas cofradías optan por una configuración más sencilla de dos.

Un "capirote" o "caperucho" en proceso de elaboración.
El traje del Santo Entierro cuenta, además, con una peculiaridad. A diferencia de la mayoría, este hábito incorpora una pequeña cola que añade solemnidad al caminar del cofrade. Para asegurar su durabilidad a causa del contacto con el suelo, esta cola se remata con un forro de polipiel. Tal y como explica la modista, en general, los patrones de los hábitos son bastante rectos, siendo la cola la principal singularidad del Santo Entierro.
La riqueza de los detalles se manifiesta en los acabados y los tejidos. Cada cofradía imprime su sello particular en sus vestimentas. Así, mientras el traje de la Piedad se distingue por los delicados cordones y puntillas que adornan sus mangas, el atuendo de las Siete Palabras se caracteriza por su sobriedad, presentando únicamente botones rojos como elemento distintivo. En cuanto a los tejidos, la elección también marca diferencias: la sarga es la tela más habitual, también el terciopelo y, en ocasiones, también el raso.

Escudo del Santo Entierro, bordado sobre terciopelo, y escudo de las Siete Palabras, cosido en un hábito de sarga.
La maestría de Luisa se pone a prueba al trabajar con estas telas, especialmente con el terciopelo, que ella misma reconoce como el tejido más complejo de manipular. El proceso de confección se inicia de manera metódica: primero se trabaja el patrón, se corta la tela con precisión y, finalmente, se ensamblan las piezas mediante costura. Con la experiencia acumulada, Luisa ha optimizado el proceso. Ahora, una de las primeras fases consiste en preparar las telas para que se incorpore la insignia de la cofradía, un elemento identitario fundamental. En el Santo Entierro, por ejemplo, se borda directamente sobre el terciopelo, mientras que en otras se cose un escudo ya elaborado previamente.
Una vez listo, se procede a la costura, incorporando detalles como cremalleras en algunos casos (ya que ciertos hábitos no llevan botones ni otros cierres), mientras que otros se abrochan con botones y cordones.
El tiempo de elaboración de un traje de cofrade es variable y depende intrínsecamente de su complejidad. El traje del Santo Entierro, por ejemplo, requiere una dedicación mayor debido a su forro completo, tanto en el hábito como en el "caperucho".

Costura de una cremallera.
La cantidad de tejido necesario también varía. Para el traje del Santo Entierro, se requieren al menos cinco metros de tela, considerando la cola y la disposición del tejido, que permite cortar el delantero, la espalda y las mangas de forma individual.
Un aspecto crucial en la elaboración de estos trajes es la confección a medida. Luisa subraya la importancia de tomar las medidas exactas de cada cofrade y realizar pruebas para asegurar un ajuste perfecto. Habitualmente, se realizan dos pruebas, aunque en ocasiones una es suficiente. En total, en este año, solo del Santo Entierro, está confeccionando ocho trajes, sumando un total de once hábitos para esta Semana Santa.
En el taller de Luisa Yustos, cada puntada es un acto de devoción y cada traje una obra de arte textil que vestirá la pasión y el fervor de la Semana Santa Vallisoletana.

Traje del Santo Entierro, finalizado.
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