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La lección de vida de Trinidad en época COVID: "Aprendimos a transmitir muchas emociones con la mirada"

La Jefa de Unidad de Enfermería de cuidados intensivos del Río Hortega recuerda lo que sucedió hace cinco años y cómo lo vivió en primera persona

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La lección de vida de Trinidad en época COVID: "Aprendimos a transmitir muchas emociones con la mirada"
Trinidad Martín posa antes de la entrevista. Sergio Borja.
Alejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
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"El coronavirus mató a muchas personas. No era una cosa liviana, sino muy grave". Así de contundente se muestra, cinco años después, Trinidad Martín, la Jefa de Unidad de Enfermería de cuidados intensivos del Río Hortega, que atiende a TRIBUNA en las entrañas del centro hospitalario, su segunda casa, dejando claro que las declaraciones de la exdirectora de Salud Pública de la Junta de Castilla y León, Sonia Tamames, no solo fueron desafortunadas, sino que no correspondían a la realidad, de ahí... su dimisión.

Martín recuerda que, cada vez que se cita en cualquier conversación la palabra 'pandemia', le viene el concepto de "distopía" a la cabeza. Es decir, que, en su momento, parecía que "todo su entorno" se había convertido en una película de ciencia-ficción porque iban a trabajar como siempre, pero "no a hacer lo de siempre". "El coronavirus nos exigió una multitud de cambios que realizamos a toda velocidad. Si no lo hubiesemos hecho, corría el riesgo de que se sobrepasara nuestra capacidad de respuesta", apuntó. A ella, de hecho, le tocó vivir la época "desde la gestión, y no tanto a pie de cama".

"Me hubiera gustado estar en primera línea, pero necesitábamos a alguien organizando. ¿Las cosas se podrían haber hecho mejor? Sí, pero eso es fácil pensarlo a toro pasado. No me arrepiento de nada porque no considero que lo tenga que hacer. Lo único que buscábamos es salir de esta situación y minizar todo el daño posible. Pasamos muchas horas en el hospital y nosotros nos adaptábamos a los acontecimientos. Venías a trabajar y siempre había pacientes a la cola", añadió.

En este sentido, asegura que tuvieron que "convertir los quirófanos en uvis" para atender a las personas ante la falta de espacio. Es más, la angustia era "tan grande" que el hospital se les quedó "pequeño". En cualquier caso, reconoce que "el trabajo en equipo fue bueno". "Decíamos a los del mantenimiento de construir un muro y lo hacían. Decíamos a los de logística sobre la necesidad de tener material, y nos lo solucionaban. Decíamos a los de electromedicina que montaran y desmontaran aparatos, y lo solventaban... Son cosas que siempre debemos agradecer", sostiene.

Además, para superar todos los obstáculos que tenían por delante, reajustaron los horarios de trabajo, y adaptaron los cuatro niveles del centro para pacientes COVID, pese a que "en cuidados críticos" tenían "una unidad de quemados convertida en UVI para pacientes no COVID". Aun así, se dieron cuenta de que faltaban respiradores, pero "también hacía falta gente que les supiera manejar". "Pretendíamos que los equipos de protección llegaran a todo el mundo. Distribuíamos material y hacíamos frente a la falta de recursos, que no era falta de recursos como tal, sino que todo el mundo quería más material para atender al máximo de personas posible", reitera.

En todo ese complejo camino, Martín también tuvo que lidiar con el aspecto personal. Aunque ella piensa que "todos" hacían "lo que podían", la palabra "paciencia" se tuvo que repetir en más de una ocasión hasta el punto de que tuvo que "aprender a transmitir y a interpretar muchas emociones con la mirada". Por esa razón, se le hizo cuesta arriba, y con razón, poder comunicar a los familiares de los pacientes lo que les pasaba: "Era muy triste. Sabíamos lo que les podía pasar. Había pacientes que venían con esperanzas, pero les tuvimos que decir que se iban a quedar intubados. A otros, por desgracia, lo único que pudimos hacer es entregar sus pertenencias".

Por esa razón, y cuando llegaba a casa, trataba de desconectar, pero era misión imposible. Tampoco ayudaba que su marido fuera enfermero. Es más, hablaron mucho ambos sobre lo sucedido por el miedo que tenían. "Solo hacíamos test de COVID cuando veíamos que teníamos síntomas. Es cierto que la enfermería se vio muy valorada. Cuando la gente aplaudía, yo lloraba", explica Trini con cierta prudencia. Al menos, la Jefa de Unidad de Enfermería de cuidados intensivos se queda con "una lección aprendida", esa que reafirma que "las personas son frágiles y vulnerables", una teoría que espera no volver a repetir "nunca". "Creo que, si llega otra pandemia, volveríamos a sufrir. Lo único que pienso ahora es en no tener que vivirlo nunca más", concluye.

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