Empezó la semana, o acabó la anterior, como cada uno prefiera, con esa nueva demostración, o manifestación pública, como cada uno prefiera, de quiénes son y a quién representan esos con los que Yolanda mantiene un fluido y cordial diálogo a dos bandas para mejorar la vida de los españoles, una tarea que ejerce desde las cinco de la mañana hasta "altas horas de la noche", según ella misma confiesa. "No predico con el ejemplo", admite esta vicepresidenta empeñada en reducir media hora al día la jornada laboral.
Resulta que esos sindicatos que negocian y deciden cosas en nombre de los más de veinte millones de trabajadores españoles convocan manifestaciones en toda España para exigir que se aprueben una serie de medidas que ya se han aprobado y para reclamar a la oposición un apoyo en el parlamento que la oposición ya ha garantizado, lo que viene siendo un movimiento sindical Pantene, "porque yo lo valgo". Y nada menos que mil personas en toda España, unas 500 en Madrid, 400 en Barcelona y 100 en Sevilla, acompañaron a Unai y Pepe, esos grandes líderes sindicales.
Al parecer no son capaces de juntar en una plaza ni a sus propios delegados sindicales, que seguramente los domingos prefieren disfrutar de su merecido descanso a ponerse detrás de una pancarta. Y mucho menos a ese millón de afiliados de los que cada uno de estos sindicatos presume, aunque haya a quién no le salgan las cuentas. Sobre esto no hay cifras fiables, ni siquiera una encuesta, que dejó de hacerse hace quince años. Pero tenemos algunos datos. Invito a los lectores a visitar por ejemplo el portal de transparencia de UGT. En sus cuentas de 2024 reconocen unos ingresos de 17 millones de euros, de los cuales nueve atribuyen a las cuotas de sus afiliados.
Y claro, si la cuota básica de afiliación es de 14,50 euros al mes, 174 euros al año, y con un millón de afiliados recaudan sólo nueve, o los afiliados no pagan sus cuotas o algo raro pasa, porque las cuentas no cuadran ni a martillazos. El caso es que con estos es con los que se reúne y negocia Yolanda pasando de la patronal. Y, tras ese "diálogo social", nos invitan a media hora al día por cuenta de la casa. "Disfruten" que por algo esto ha sido, como repite la ministra otra vez esta semana, "un día histórico".
O la historia no para de repetirse o es que para ella resulta histórico que los ministros de este gobierno de coalición progresista pero formado sobre todo por neoliberales y populistas, según han explicado al alimón Yolanda y María Jesús por todo el Planeta, la una en Onda cero y la otra en Antena3, se pongan de acuerdo en presentar un proyecto de Ley. Si luego se aprueba o no, pues será motivo para declarar otro día histórico, ya sea para felicitarse por el éxito o para acusar al PP del fracaso de no conseguir el apoyo de Puigdemont, otro progresista de manual.
Y así pasan los días, y las semanas, en este Gobierno que hace como si gobierna mientras todo se decide en Waterloo, mientras Sánchez anda peleándose ya no con Trump, sino con Elon Musk, con los algoritmos y con la tecnocasta, esa nueva idea de su equipo de story makers, que son el resto de los asesores de Moncloa, los que no se dedican a gestionar los asuntos personales de Begoña o David, sino a parir fachosferas, máquinas del fango, lawfares y otras creaciones de gran altura intelectual.
El que sí hubiese sido un día histórico e irrepetible fue ayer, cuando nos anunciaron la dimisión de Sánchez Pérez-Castejón, salvo por el pequeño detalle de que el que dimitió no fue Pedro, sino David. Por lo visto se va con la música a otra parte después de su insuperable interpretación lírica en el interrogatorio ante la juez que investiga su nombramiento primero como coordinador de los conservatorios de Badajoz y luego como director de artes escénicas. Y ¿a qué se dedica un director de artes escénicas? "Pues a las artes escénicas, supongo".
Con respuestas como esta, lo que cabe preguntarse es por qué el que ha dimitido no es el abogado que le preparó para el interrogatorio. Hay también maledicentes que aseguran que ha dimitido por pura desesperación, al no ser capaz de encontrar su despacho después de llevar buscándolo desde 2017. En todo caso urge encontrarle un sustituto. Badajoz no será lo mismo sin un coordinador de sus dos conservatorios, o sin un director de artes escénicas. Aunque también es verdad que cuando David dejó de ser coordinador para dirigir las artes escénicas tampoco se nombró a otro y nadie se ha quejado que yo sepa. Ni tampoco le echaron de menos cuando se tomó un año sabático y luego una excedencia por paternidad. Y es que no de damos a la música la importancia que tiene.
Al final acabamos siempre fijándonos más en la letra, como la de los correos con expedientes confidenciales de los delincuentes confesos, por mucho que el juez del Supremo se empeñe en explicar que ni es delincuente ni es confeso, ya que no ha sido condenado ni juzgado, que es cuando uno tiene la posibilidad de confesarse culpable. Dice el fiscal general del Estado, y lo repite su mano derecha, mi tocayo Villafañe, que al expediente del novio de Ayuso tenían acceso por lo menos 500 personas. Vamos hasta los encargados de la limpieza en la Fiscalía. Lo que se me hace raro es que al único que le costase encontrarlo fuera al pobre Álvaro García Ortiz, que andaba al parecer buscándolo sin éxito y ya desesperado tuvo que reclamárselo a uno de sus subordinados que estaba viendo al Atleti en el Metropolitano.
Y otra letra que nos tiene preocupados es la de los textos de esos mensajes y de esos documentos de los que presume Aldama y al que ahora el juez del Supremo ha dado diez días para que presente las pruebas. Tic tac, tic tac, que decía Pablo Iglesias parafraseando a Hugo Chávez. Espero que se equivoque Page y que ese amigo íntimo de Ábalos, del que el exministro y mano derecha de Pedro ahora no puede acordarse, no acabe siendo esa bomba de racimo conectada con todos los sumarios.
Porque sería una gran desilusión comprobar que ese patrón de conducta de sórdidas y bochornosas fiestas con señoritas de pago que parece perseguir al socialismo desde los tiempos de Luis Roldán, pasando por los EREs de Andalucía, la Faffe que ahora vuelve a la palestra, o ese Tito Berni que ya parece olvidado, es una historia que no deja de repetirse como tragedia y como farsa.