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De Madrid a Valladolid para hacer frente al cáncer de mama: "La vida se me paró"

A Laura, una joven que vive en Arroyo de la Encomienda, la diagnosticaron la enfermedad hace dos años

De Madrid a Valladolid para hacer frente al cáncer de mama: "La vida se me paró"
Laura Rodríguez Casas sonríe tras la entrevista. Sergio Borja.
Alejandro De Grado Viña
Alejandro De Grado Viña
Lectura estimada: 3 min.
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Laura Rodríguez Casas (Madrid, 1993) es una joven que abrió una nueva etapa de su vida hace, exactamente, cinco años en la ciudad de Valladolid. En dos de ellos, tuvo que convivir con el cáncer de mama, una enfermedad que este sábado celebra su día internacional. Fue un accidente de tráfico, sufrido en el año 2022, el que supuso un antes y un después en su lucha contra el cáncer, ya que fue el punto de partida de la rehabilitación, donde empezó a sentir "dolores en la zona del esternón".

La joven, en declaraciones a TRIBUNA, recuerda que la recomendaron que se hiciera una serie de masajes y con los mismos notó "un bulto en el seno izquierdo""A raíz de ahí ya fui al ginecólogo. Me hicieron las pruebas pertinentes y el diagnóstico salió positivo. Reconozco que, cuando vi el bulto, me asusté porque era grandecito... como una nuez", apunta. Aun así, pensaba, desde el principio, que el bulto "no tenía nada que ver" con este tipo de enfermedades. De hecho, antes de pasar por el tratamiento, Laura aceptó la "preservación de óvulos" porque si superaba el cáncer, había "posibilidades" de quedarse "estéril".

En cualquier caso, Laura empezó el tratamiento con aparente normalidad pasando por las tres fases. En primer lugar, la quimioterapia, "la peor etapa de todas"; en segundo lugar, la operación, que consistió en quitarla una parte del pecho donde estaba el tumor; y, en tercer y último lugar, la radioterapia, terminando un año completo de anticuerpos. Eso sí, reconoce que la costó entender las causas, los efectos y las consecuencias que rodeaban a la enfermedad. "La vida se me paró. Tuve que dejar mi puesto de bióloga de campo porque tenía que pasar muchas horas en el coche. Por ejemplo, por la quimioterapia, me tiraba todo el día durmiendo. Comía lo poco que me permitía el cuerpo. No hacía planes con nadie y evitaba, si salía, los sitios cerrados y las aglomeraciones", sostiene.

En esos días se apoyó "muchísimo" en sus padres, en su amiga y en su pareja, "las cuatro patas de su mesa", ya que fueron los únicos a los que contactó el mismo día de los resultados. "Sin mi pareja no habría estado así de bien... como estoy ahora", añade al respecto. De hecho, afronta el futuro con "ilusión y una sonrisa" porque solo la queda las revisiones trimestrales, que "están yendo bien". En este sentido, también pone en valor la labor de la Asociación Española contra el Cáncer, la misma que explicó a Laura cómo tenía que adaptarse a la nueva situación. Por ejemplo, el hecho de ponerse un pañuelo ante la inevitable caída de su pelo o la recomendación de ponerse las pestañas postizas porque iba a "perder la expresión". Sin embargo, no quiso profundizar y comparar casos de personas con cáncer porque, cuando lo intentó, no pudo soportar la cantidad de testimonios que recibía y que, a su vez, no mejoraban su autoestima: "Cada mujer es un mundo y, con el paso de los días, te llega mucha más información. La psicóloga de la asociación me ayudó muchísimo".

A pesar de todo, Laura asegura que seguirá eligiendo Valladolid, como hizo en 2019, para retomar la rutina sin pensar en lo que pueda pasar en los próximos meses porque ella trata de sacar siempre el lado positivo de las cosas. "Toquemos madera", concluye.