El argentino acabó con 17 puntos y fue clave para dar la victoria a su equipo (73-71)
Llegó con las dudas que dejó entrever su director Patxi Vila a la salida de la 79 Vuelta a España en el Monasterio de los Jerónimos de Belém en Lisboa y había que esperar a la primera ocasión con final en alto para saber cuál era el estado real de Primoz Roglic. En Pico Villuercas lo dejó claro: etapa y liderato.
En la primera etapa en territorio español tras el periplo portugués, Roglic con su actuación mostró con rotundidad que no va de farol. A la Vuelta no ha venido a probarse y su claro objetivo es lograr su cuarto triunfo en la general e igualar en el palmarés con cuatro Vueltas a Roberto Heras.
El esloveno no estuvo a su mejor nivel en la contrarreloj lisboeta y se dejó entrever que tal vez tendría que ir alcanzando su punto óptimo de forma poco a poco. La primera oportunidad era la ascensión desde Navazuelas a la antigua base militar y en ella fue siempre el que marcó el ritmo ante unos rivales que le siguieron como pudieron.
El comienzo de etapa fue el típico de una etapa en la que todos quieren estar en la escapada porque se presiente que va a ser un día importante y la locura de casi todos por estar en la fuga terminó por formar un grupo de secundarios que fue haciendo camino.
Por detrás no estaba claro quien sería la responsabilidad de ejercer el control e impedir que saltase una sorpresa como la que el año anterior camino del Pico del Buitre en Jalambre (Teruel), permitió al estadounidense Sepp Kuss (Visma-Lease a Bike) terminar por hacerse con el maillot rojo final.
Los Visma de Kuss, que tenían al belga Wout van Aert como líder, se desentendieron por completo. La sorpresa llegó de la mano del Red Bull-Bora. Desde el minuto cero, con la escapada ya formada, puso a sus hombres a trabajar.
No daba la sensación de ser una acción para ocultar posibles debilidades, sino que el exsaltador de esquí se sentía en condiciones de pelear por la victoria de etapa que además conllevaría el maillot rojo de líder. Roglic logró el pleno.
El primer final en alto de este 2024 tenía tres kilómetros de un auténtico infierno, con rampas por encima del 16-17 % e incluso algún tramo al 20%, y esa zona casi en exclusiva fue la que seleccionó al selecto grupo que terminó disputando la victoria.
La ascensión cacereña no sirvió para eliminar a ninguno de los aspirantes al triunfo final, pero ya empezó a abrir diferencias significativas. Dejó a los diez primeros de la general en el margen de un minuto o menos con Roglic, aunque solo el portugués Joao Almeida (UAE Emirates), a 8 segundos, está por debajo del medio minuto. Kuss perdió tiempo y está a 1:14.
En su estreno en Red Bull-Bora, a pesar de sus ya cinco triunfos, la temporada para el esloveno no está siendo fácil, sobre todo por las dos fuertes caídas que ha sufrido. En el maldito descenso de Olaeta el pasado mes de abril en la Itzulia fue uno de los muchos que resultaron muy dañados.
Llegó a la salida del Tour en Florencia algo justo de recuperación, lo que no le impidió ganar el Criterium de Dauphine, pero se le vio un punto por detrás de los tres galácticos, Tadej Pogacar (UAE Emirates), Jonas Vingegaard (Visma-Lease a Bike) y Remco Evenepoel (Soudal-Quick Step).
Una nueva caída en la duodécima etapa del Tour le obligó a abandonar y situó negros nubarrones a su posible presencia en la Vuelta. A Lisboa llegó sin haber vuelto a ponerse un dorsal, pero su recuperación no deja lugar a dudas. La Vuelta es la carrera talismán del esloveno y no quiere que deje de serlo.
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